En Lima cuatro policías, todos jóvenes, dopan a una jovencita, amanece ella en el cuarto de uno de los secuestradores, ambos abusaron de la peor forma; inconsciente aún, sus ojos observan un ambiente diferente de lo normal, palpa sus frías manos por el cuerpo, y se da cuenta que está completamente desnuda. Exámenes clínicos, incluso le diagnosticaron violación adicional contra natura. Se levanta, mira la imagen de un miserable uniformado. Éste le expele veneno mortal de su maldita boca, le dice que se cambie, que está ya por irse a su trabajo. Todo orondo, como si no hubiese pasado nada, o como el acto sexual que hizo, fuera bajo voluntad de ella.
Teresa (nombre supuesto), hace la demanda pasado las 24 horas, cosa que no le favorece a la demandante por lo anormal que es nuestra justicia, pues sostiene que pasado las 24 horas, acusación o demanda como esta ya no es delito. Nuestra justicia es tan podrida, que los que administran la misma, algunos también son tan podridos.
Teresa, lucha este atropello contra su dignidad para que no quede impune. Sus victimarios, ahora se lamentan, tanto así que los cuatro le vienen ofreciendo un pago económico para que retire la demanda.
El jefe policial de estos hampones (no puede llamárseles de otra forma), tibiamente da sus impresiones cuando la prensa le aborda sobre el caso, manifiesta que las investigaciones continúan y que ambos, tanto la víctima como los victimarios tienen derecho a no ser dañados (pese a que la prueba del delito está consumado y que ellos dañaron de por vida la dignidad de aquella jovencita). Si los altos mandos de la policía se coluden con la fanfarria de sus subalternos, estamos entonces en camino de mil y tantas impunidades, y que la delincuencia a nivel de los uniformados se incrementará. Ojalá que me equivoque.
En el contexto de todo lo que le voy contando, PISA, que se encarga de exámenes periódicos a estudiantes de secundaria en varios países del mundo, tiene un texto que puso como prueba de examen a miles de estudiantes del mundo, y que ahora yo le entrego:
“Se ha cometido un asesinato, pero el sospechoso lo niega todo. Afirma no conocer a la víctima. Dice que nunca le había visto, que nunca estuvo cerca de él, que nunca le tocó… la policía y el juez están convencidos de que no dice la verdad. Pero, ¿cómo probarlo?
En la escena del crimen, los investigadores han reunido hasta la más mínima evidencia: fibras de tela, cabellos, huellas dactilares, colillas… Los pocos cabellos encontrados en la chaqueta de la víctima son pelirrojos. Y coinciden de una manera maliciosa con los del sospechoso. Si se pudiera probar que estos cabellos son realmente suyos, sería una prueba de que él conocía efectivamente a la víctima.
Cada persona es única. Los especialistas se pusieron manos a la obra. Examinaron algunas células de la raíz de estos cabellos y algunas células sanguíneas del sospechoso. En el núcleo de cada célula de nuestro cuerpo hay ADN. ¿Qué es eso? El ADN es como un collar hecho de dos cadenas de perlas enroscadas.
Imagine que estas perlas son de cuatro colores diferentes y que miles de estas perlas de colores (que forman un gen) están dispuestas en un orden muy específico.
En cada individuo este orden es exactamente el mismo en todas las células del cuerpo: tanto en las de las raíces del cabello como en las del dedo gordo del pie, las del hígado y las del estómago o la sangre.
Pero el orden de las perlas varía de una persona a otra. Dado el número de perlas dispuestas de este modo, hay muy pocas probabilidades de que haya dos personas con el mismo ADN, salvo los gemelos idénticos. Como es único para cada individuo, el ADN es como un carnet de identidad genético.
Por lo tanto, los especialistas en genética son capaces de comparar el carnet de identidad genético del sospechoso (determinado por su sangre) con el de la persona pelirroja. Si el carnet genético es el mismo, sabrán que el sospechoso estuvo en efecto cerca de la víctima que según él nunca había visto.
Sólo una prueba. Cada vez con mayor frecuencia en casos de abusos sexuales, asesinato, robo o delitos, la policía hace análisis genéticos. ¿Por qué? Para intentar encontrar evidencias de contacto entre dos personas, dos objetos o una persona y un objeto.
Probar dicho contacto suele ser muy útil para la investigación. Pero no proporciona necesariamente la prueba de un delito. Es sólo una prueba entre muchas otras.
¿Carnet de identidad genético? El ADN está formado por un conjunto de genes, estando formado cada uno de ellos por miles de perlas. Todos estos genes juntos forman el carnet de identidad genético de una persona.
¿Cómo se identifica el carnet de identidad genético? El especialista en genética coge unas pocas células de la base de los cabellos encontrados en la víctima, o de la saliva dejada en una colilla. Las mete en un producto que elimina todo lo que hay alrededor del ADN de las células. Después, hace lo mismo con algunas células de la sangre del sospechoso.
Luego, el ADN se prepara especialmente para su análisis. Más tarde, se introduce en un gel especial y se hace pasar una corriente eléctrica a través del gel. Al cabo de unas pocas horas, este procedimiento produce unas barras como si fueran un código de barras (similares a las que se encuentran en los artículos que compramos) que son visibles bajo una lámpara especial. A continuación, el código de barras del ADN del sospechoso se compara con el de los cabellos encontrados en la víctima.
Estamos formados por billones de células. Todo ser viviente está formado por muchísimas células. Una célula es realmente muy pequeña. Incluso puede decirse que es microscópica porque sólo puede verse con la ayuda de un microscopio que la aumenta múltiples veces. Cada célula tiene una membrana exterior y un núcleo en el que se encuentra el ADN”.