Hola mis queridos lectores estamos listos nuevamente como cada semana en nuestra columna que vierte las emociones de la población. Bien amigos se acerca el proceso de educación de nuestros hijos. Ahora es bueno reflexionar de la situación de la educación de nuestro país. Es bueno precisar que algunos especialistas destacan que en las últimas evaluaciones realizadas por el Ministerio de Educación, se aprecia cierta mejora en indicadores de comprensión lectora y de manejo lógico matemático a nivel escolar; valorar seriamente la situación de la educación no puede reducirse a ese tipo de análisis.
Corresponde hacer una reflexión responsable sobre nuestra educación en el gran “estado acciones” en educación. Para ello, hay que iniciar el concepto genuino de “educar”, cual es desde el punto de vista de teorías pedagógicas como es de formar seres humanos, con capacidad de decidir y de forjar su propio destino en la perspectiva de alcanzar, individual y colectivamente, niveles de vida plena.
Ante esta situación, desde nuestra perspectiva como docente nos planteamos una serie de preguntas relacionadas con el nivel de desarrollo humano y de identidad peruana que muestran los niños y jóvenes en el año 2015.
La constitución y las leyes demandan para la niñez y juventud una formación integral que los habilite como ciudadanos con deberes y derechos, con una clara identidad peruana. En ese marco, la educación que reciben: ¿Contribuye a forjar su voluntad? ¿Les permite el ejercicio consciente de su libertad? ¿Cuánto en efecto se respetan sus derechos ciudadanos, se toma en cuenta sus talentos y sueños, sus necesidades e intereses? ¿Cuán valorados y amados, se sienten los niños y jóvenes por sus padres y por sus maestros? ¿Con qué modelo de sociedad peruana se identifican? ¿Hay alguno?
El desarrollo de un país depende de la calidad de la educación que se brinda a su niñez y juventud; lo que se expresa en el grado de iniciativa, de capacidad creadora y de protagonismo que demuestran para operar cambios. En ese sentido ¿cuánto promueven las padres y maestros, que los estudiantes aprendan a tomar sus propias decisiones, y se vinculen creativamente con su entorno para desarrollarlo? De otro lado, lo que se constata en lo cotidiano de la educación peruana es que:
• Mayoritariamente, persiste el autoritarismo, de la mano con la violencia (psicológica, física y emocional) en la relación docente-alumno, o de padres-hijos; lo que bloquea el desarrollo de la inteligencia y afirma la falta de criticidad y de iniciativa.
• El 80% de las Instituciones Educativas aplican de espaldas a la realidad, sin irradiar cultura; sin conocer el valor, ni el sufrimiento, ni los sueños e intereses de sus estudiantes, ni su diversidad.
• Sólo el 20% de docentes en ejercicio demuestra voluntad de cambio hacia mejores desempeños.
• Alrededor del 75% de familias son disfuncionales, o en conflicto, lo que afecta la autoestima de los niños y jóvenes, y deteriora seriamente su bienestar en desmedro de su capacidad de aprendizaje.
• Los valores no se enseñan con el ejemplo y se pretenden imponer con disciplina coactiva o desde la educación religiosa.
• En consecuencia, la mayoría de estudiantes, vive en situación de abandono moral y afectivo. No se sienten amados, ni respetados, por lo que no aprenden a amar ni a respetar, y caen en depresión, y/u optan por la violencia o los vicios.
• No hay voluntad política para implementar reformas estructurales e integrales que se requiere para revertir la bajísima productividad en educación: a mayor inversión, aumenta el despilfarro de recursos.
• No hay un modelo de sociedad peruana compartido que nos identifique y que oriente los esfuerzos de cambio en educación con efectividad.
¿Qué responsabilidad nos toca asumir, a nivel personal y social para humanizar la educación y aportar en la construcción de una nueva sociedad peruana, auténticamente humana, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar niveles de vida plena?