Columna: Escenario regional.
Nombre: Carlos Job
Analista Político.
Apelando un poco a la historia y dentro de ello el clásico debate del conocimiento podemos encontrar que Heráclito, nos decía que lo único constante es el cambio y la historia nos fue demostrando como cambian las formas de ejercer política. A la luz de la evidencia han existido, siempre, grandes ciclos donde las variables de resultados de los gobiernos han pasado, por medirse, desde el número de caballos, barcos, hasta niveles de tecnología e infraestructura pública como colegios, hospitales, carreteras. En San Martín, siempre escuché Belaunde hizo la marginal, el chino, hizo este colegio por poner algunas citas que refuercen los argumentos presentados.
Este momento de cambio, en el Perú, tiene diferentes hitos como el Plan Nacional de Competitividad aprobado por Decreto Supremo Nº237-2019-EF y, ahora, nuestro estado peruano cuenta con el Plan de implementación y hoja de Ruta del Plan BIM Perú emitida el día 11 de junio del presente año mediante Resolución Directoral Nº 0002-2021-EF/63.01.
Entonces es importante primero conocer que es el BIM, que es lo que trae, como se come. Por sus siglas en inglés significa “Building Information Modeling” pero no es otra cosa más que una metodología de trabajo colaborativo para gestionar una inversión pública con el uso de un modelo de información creado por todos los involucrados, durante todo el proceso público.
Lo que se quiere es aprovechar la transformación digital para un intercambio de información entre los involucrados, con un enfoque de integración desde el punto de vista infraestructural, pasando por los activos, la topografía, condiciones de suelo, entre otros. Estas acciones se sustentarían en mejorar la calidad de las inversiones, identificando interferencias e incompatibilidades del diseño, lo que conllevaría a un robusto expediente técnico.
Se quiere dar un salto, y dejar atrás, la ausencia de planificación territorial y sectorial; dispersión de unidades ejecutoras, burocracia poca especializada; deficientes sistemas de evaluación y control; y la desarticulación de la inversión pública con otros sistemas administrativos del estado que dejan de potencias las bondades del territorio.
Todo ello suena, interesante, entendible y vendible, pero hay un tramo, por no decirlo, larguísimo que recorrer; en otros países más desarrollados han tomado por lo menos 3 a 5 años en madurar la aplicación. Pero debemos de empezar, no pudiéramos obviar los esfuerzos aislados que ocurrieron en los panamericanos, y últimamente en la unidad ejecutora de Reconstrucción con Cambios.
Implementar el BIM, demandará de no solo un cambio de enfoque, sino de liderazgo político multinivel, ya queremos ver frecuentemente, a los gobiernos regionales y locales ir implementando gradualmente este modelo de gestión de las inversiones. La estrategia de implementación debe considerar a la academia y la empresa privada; en un esquema de articulación y gobernanza. Hay mucho trabajo por hacer y estamos emocionados por ir encontrando formas de cerrar brechas y generar valor público con mucha transparencia.