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viernes, junio 13, 2025
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La muerte de las palmas asesinas

Los chicos del grupo Romero (BCP, Alicorp, Ransa, Primax, etc.) la deben estar pasando mal. Muy mal. Y es que no podrán cumplir con su sacrosanto objetivo al 2022: “Ser reconocidos por nuestro liderazgo en el desarrollo agroindustrial sostenible, que convierte la palma y el cacao en fuentes de alimentación y bienestar para los peruanos”, dice en la web de su división de negocios palmeros.

¿Por qué? Pues por la reciente decisión del Parlamento Europeo de prohibir la entrada de palma aceitera africana a la Unión Europea a partir del 2021. Sí, deben haber puesto el grito en el cielo como sus pares de Guatemala, Malasia y Honduras (los gigantes del negocio palmero).

Deben haber recordado esa calurosa mañana de 1982 cuando los tres hermanos Manuel, Dionisio y Calixto Romero tuvieron la genial idea de comenzar el exterminio de los bosques al poner en marcha “Palmas del Espino” en Uchiza. Pero, vamos, dicen ellos que pusieron el boyante negoció allí “para beneficiar a esa zona deprimida y abandonada” del país.

Y vaya que les fue bien. No obstante el territorio era una papa caliente que se disputaban el MRTA y Sendero por sus cocales, nada se interpuso en su camino ni nadie hizo nada en contra de las 600 hectáreas de palma africana que sembraron a velocidad crucero, talando árboles y espantando especies, mientras los cielos tocachinos eran surcados por avionetas cargadas de cocaína.

Dos décadas después, el 2006, abrieron otra fábrica del horror. Esta vez fue “Palmas de Shanusi” en Yurimaguas, Loreto. Y no vaya a creerse que eligieron esa localidad porque también andaba “deprimida y abandonada”, sino que tuvieron que mudarse a Loreto porque en San Martín se levantó una fuerte oposición al exterminio de bosques primarios. De esos como los que se tumbaron en Yurimaguas (500 hectáreas de bosques húmedos tropicales), un crimen que hasta hoy espera condena.

“Tras 31 años de arduo trabajo, nos hemos convertido en un grupo innovador y responsable, que promueve y desarrolla sus actividades en armonía con el medio ambiente” dice en su web con el desparpajo propio de quienes ostentan el poder político y económico del país por casi medio siglo.

El Grupo Palmas (que reúne a las empresas palmeras de los Romero) es uno de los principales deforestadores de nuestros bosques y pruebas sobran en las fiscalías y las hemerotecas. Sesudas y arriesgadas investigaciones periodísticas denunciaron los atropellos de esta división de negocios de los Romero, pero nada pudo traerse abajo ni detener la trepidante pérdida de bosques y tierras.

Sí, porque no sólo se deforestaron más de 77 mil hectáreas en el país, sino que esos suelos fueron condenados a una muerte lenta. Las investigaciones neutrales, los laboratorios honestos que el dinero no puede silenciar concuerdan que las tierras donde se siembra palma tardan al menos un cuarto de siglo en recuperarse.

Pero lo que no pudo el periodismo independiente peruano lo hizo hace poco el parlamento europeo. La vacuna vino de afuera, acabando con el negocio de la muerte amazónica. No más bosques cepillados por motosierras rentadas desde Lima. Holanda, el principal mercado europeo de la palma made in Perú cerrará sus puertas.

Ya de nada sirve el lobby despellejado que hizo el Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade) en las páginas del diario Gestión, pidiendo el ipso facto incremento de los cultivos de palma. Ellos habían identificado 400 mil hectáreas de nuestra amazonía “con alta aptitud” para el desarrollo de la palmera de marras. Traducción: 400 mil hectáreas de bosque por talar. Total, si las estadísticas arrojan que al año se pierden 170 mil hectáreas de bosque en el Perú, 400 mil no harían mucha diferencia que digamos.

Pero el negocio se les ha acabado de una en Europa y esta es una buena noticia para la amazonía peruana, para todos los amazónicos. Una noticia que no ocupó las tapas de ningún periódico peruano ni fue motivo de júbilo en una tele anestesiada con bótox y silicona.

Aunque el deadline para este infeliz negocio de la palma aceitera es el 2021, todo hace presumir que esta vez, por lo menos, se podrá escapar a la maldición del tango Cambalache, ese que nos gritaba que el mundo fue y será una porquería. Esta vez, parece, que la vida prevalecerá sobre el billete. Y es que no siempre es “plata o plomo” señores.

 

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