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miércoles, diciembre 11, 2024
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¿MUJER PEQUEÑA? O MUJERCITA 

Por: Edwin Rojas Meléndez

La colección Biblioteca de Oro de Editorial Planeta S.A. publicó La metamorfosis y otros relatos. Dice en la introducción: “Con ocasión del primer centenario de la muerte de Kafka, un periódico publicaba el 3 de julio de 1983 unas declaraciones de Jorge Luis Borges (…) “Yo traduje el libro de cuentos cuyo primer título es La transformación, y nunca supe por qué a todos les dio por ponerle La metamorfosis. Es un disparate, yo no sé a quién se le ocurrió traducir así esa palabra del más sencillo alemán”.

Leyendo a Franz Kafka en impresión publicada por Plutón Ediciones X. 2023 con el título Franz Kafka, Narrativa Completa, me topé con un relato publicado en 1924 (hace cien años) titulado Una mujer pequeña. Este mismo relato, en la página digital del escritor Luis López Nieves se titula Una mujercita. Nada raro cuando se trata de traducción de novelas, poesías o cuentos en otro idioma, que no son traducciones textuales, porque el traductor adapta el texto original a la nueva lengua, preservando las figuras literarias, intenciones, sentimientos, fuerza y calidad literaria del autor original.

El monólogo Una mujer pequeña o Una mujercita, es una joya kafkiana, por el peculiar humor sarcástico del autor para tratar el deterioro extremo de una relación, donde el varón soporta con pasividad: el desprecio, el rencor, la injuria de una mujer. Advierto que los textos que transcribo a continuación son de Una mujer pequeña, traducción atribuida a Alaric Dukass.

“He cavilado mucho acerca de este problema, sobre por qué la enfado tanto (…) ella solamente se preocupa por su interés personal, o sea el martirio de vengarse (…) Yo sospecho que, al menos en parte, su dolor es fingido, para que así, todos recelen de mí. Con los signos externos de su padecimiento, es como quiere presentar el asunto ante el tribunal de la opinión pública. Pero no soy un hombre tan inútil como ella piensa (…) ¿Podría, por tanto, tranquilizarme en cuanto a esto? No, para nada, pues si se conoce que le enfermo con mi actuar, y el mundo empieza a preguntar cosas, como ¿por qué torturo a esa pobre mujer pequeña actuando tan incorregiblemente? La opinión pública, con tan poca inteligencia no cambiará de parecer y decidirá siempre en mi contra. Así que mi única salida es cambiar a tiempo, antes de que el mundo se interponga; lo que he intentado con honradez, con esfuerzo y cuidado, pero no triunfé. ¿Cómo podría haber sido eso posible? Si su disgusto hacia mí es, lo comprendo ahora, esencial: no hay forma de eliminarlo, ni siquiera mediante mi propia eliminación; sus ataques de ira, cuando supiera de la noticia de mi suicidio, no tendrían límites (…) Así, no lograremos un acuerdo jamás, siempre veré ese rostro resentido por mi causa, los labios fruncidos por el mal humor; la mirada inquisitiva, la palidez y el temblor de su indignación. Cualquier otro es muy probable que hace ya tiempo la hubiera machacado sin hacer ruido de un pisotón. Así están ahora las cosas, nada indicado para calmarme.

Kafka convencido de que la “pequeña mujer” no cambiará, concluye el relato, describiendo proféticamente la actitud de todos aquellos maridos que hoy mantienen relaciones denominadas por los sicólogos como “tóxicas” (por no decir venenosas, como realmente son). Así concluye Kafka: “No es aguantable estar enfadando constantemente a otro, y menos aun cuando se es consciente de la absurdez de ese enfado, desde esa perspectiva, insisto, que, manteniendo levemente escondido el asunto bajo la mano, yo podría vivir durante mucho tiempo, sin que el mundo me molestase, como he vivido hasta este momento, aun con la ira de la mujer”.

Contradecir o dar la razón a Kafka puede resultar una simplonada. Dice Marco Aurelio Denegry al respecto: “No hay nada tan dulce en el mundo como el amor. Después del amor, lo más dulce es el odio” y que, “El odio es anterior al amor, es más arcaico, es filogenéticamente más antiguo y sobre todo es más poderoso que el amor” Así, entonces “El amor concierne a los sentimientos, no a la voluntad; no existe, pues, el deber de amar”. Inexorablemente toda relación de pareja tiene fecha de caducidad, y la más grande expresión de amor y dignidad, es partir lejos, muy lejos, cuando nuestra presencia irrita. No hablo de sexo, eso es otra cosa.

Consultas:

  1. KAFKA, Franz. La metamorfosis y otros relatos. Editorial Planeta S.A. 2000
  2. LÓPEZ NIEVES, Luis. Página digital. Google.
  3. DENEGRI, Marco Aurelio. Sexo, amor y otros placeres de la lengua. Peguin Random House Grupo Editorial. 2019

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