I
La naturaleza
siempre fue y será
una grande bendición;
la naturaleza no tiene
enemigos,
porque no sabe odiar,
solamente el hombre
salvaje allende del lejano
tiempo pasado,
y el hombre “humanizado”
del tecnificado
mundo de hoy, odia,
pero odia tan profundamente.
II
En estos momentos
que estoy escribiendo
la presente nota, es ya
la media noche
del lunes 28 de marzo,
y cuánta gente está en estos
momentos matándose
luego de haberse hecho
la promesa del amor:
de amarse para “siempre”…
¡Qué miserable somos
los seres humanos!
III
Estos pequeños riachuelos
y quebradas
del territorio costeño
que por décadas y años
y por siglos enteros
corrían como
mansas corrientes
a puntos extremos
que iban secándose,
acabándose como tristes
realidades abandonadas.
IV
Pero no, todo tiene su fin.
Esto se acabó –reaccionó-
la madre naturaleza.
V
¡Por qué me abandonaste
oh bendito ser humano!
Esto es la exclamación
de la sufrida naturaleza:
¡Por qué tanto odio
contra mí
que yo no levanto
ningún cargo contra ti!
VI
Otros países
maldiciones otras sufren:
terremotos, incendios,
hambres, sequías,
tormentas y huracanes,
a los peruanos de estos
tiempos: marzo 2017
no sabemos si es el fin
o el inicio de otros
huaicos más.
VII
Solo sabemos
Y hoy más que nunca
estamos convencidos
que nunca estábamos
preparados,
empezando desde la cabeza
hasta la cola:
desde gobernantes
hasta gobernados;
nunca a las autoridades
les vino a la cabeza
que una quebrada o riachuelo
se desbordaría como hoy
lo vienen haciendo
sin ningún tipo de contemplación
ni mucho menos compasión.
VIII
Así como la naturaleza
No sabe odiar
tampoco sabe
del amor y la ternura,
solamente…
aprendamos ya de una vez:
que la naturaleza reacciona,
no sabe del odio, ni del amor,
solamente reacciona
para bien o para mal:
si con amor le tratamos,
con amor nos pagará;
si con odio
y ambición le tratamos,
con la misma moneda
nos pagará
como hoy nos viene pagando.
IX
No seamos
demasiado plañideros,
empecemos desde la cola
a no tumbar un solo árbol más
del entorno donde vivimos,
que las montañas empiecen
a tener verdaderos guardianes
de los pocos bosques
que nos quedan;
que los ríos,
riachuelos y quebradas
retomen sus corrientes aguas
a arrastrar aguas
realmente cristalinas
como fue en un allende
del glorioso pasado
y no las aguas de desagüe
que hoy arrastran.
X
Y las autoridades,
déjense de tanta hipocresía,
hagan cumplir las leyes,
que no haya más gente
viviendo en zonas cercanas
a los ríos y quebradas
y que los bordes de estos
sean atrincherados
con enormes murallas
de ingeniería tecnificada.
XI
Esta cultura de prevención
que los peruanos
no tenemos,
hace ratos que los gobiernos
que pasaron, al levantar
cual torres de babel
en muros de contención,
hubiera dejado
relativamente
algo como solución.
XII
que este gobierno empiece
y los demás que vendrán,
continúen en permanentes
trabajos de prevención;
y que las leyes de sanción
contra la naturaleza,
se haga cumplir
y empezar a crear nuevas
leyes bastante drásticas
contra empresarios
funcionarios y autoridades
que atentan contra la naturaleza.
XIII
De lo contrario,
tarde que temprano
con la ceguera del humano
irá al despeñadero
el territorio peruano.