“Si Jesús naciera hoy, lo haría debajo de los escombros de una casa en Gaza”
Son miles de familias que no encuentran la paz y la esperanza que promovemos en estas fechas.
Como un ciclo sin fin, han pasado 15 meses del genocidio en Gaza, miles de Palestinos siguen enterrando a sus muertos a la luz del estallido de otra bomba
Por: Beto Cabrera M
¿Podemos celebrar la Navidad? este año nos sorprende en estado de guerra, estado de guerra del que no podemos estar ajenos, Belén la tierra donde nació Jesús, a tan solo 9 kilómetros de Jerusalén vive un drama, Palestina es destruida, se mata sin pena, se arranca la vida a un niño, a un anciano. Una furia descontrolada se abate sobre hombres y mujeres sepultados bajo los escombros, ancianos perdidos sin apoyo ni asistencia, niños que la bala asesina y el hambre les arranca su inocente vida. ¿Por qué Dios mío tanta crueldad?
Un pesebre hecho de escombros, en el que yace un niño Jesús arropado por una kufiya palestina, recibe a los feligreses de una de las iglesias en Belén. La ciudad palestina, en la que los cristianos creemos que nació Jesús de Nazaret, volvió a cancelar los festejos.
Los cristianos recibimos esta navidad emocionalmente golpeados, son tiempos difíciles, el peligro llama a nuestras puertas, las consecuencias del conflicto están llegando y pesará; en Siria o Ucrania cada minuto un soldado o un civil pierde la vida por disputas de poderes que el hombre ha creado. Triste realidad, que nos hacen retroceder décadas, a un pasado lejano que creíamos haber dejado atrás.
El número de muertos en Gaza supera los 45.000, casi un tercio de ellos eran niños 14,500
El fondo para la infancia estima que el número de niños muertos en los últimos 14 meses alcanza los 14,500. Sin contar las innumerables víctimas sepultadas bajo los escombros.
A su vez, las organizaciones humanitarias condenan un nuevo ataque de Israel a una escuela convertida en refugio en el que han muerto 13 personas y 48 han resultado heridas.
Casi todos los niños y niñas de la Franja de Gaza se han visto expuestos a situaciones extremadamente difíciles y traumáticas, que han estado marcadas por una destrucción generalizada, ataques constantes, desplazamientos de población y una grave falta de elementos de primera necesidad como alimentos, agua y medicinas.
“La matanza y mutilación de niños, el secuestro de menores, los ataques a hospitales y escuelas, y la denegación de acceso a la ayuda humanitaria son graves violaciones de los derechos de la infancia”, ha declarado Adele Khodr, Directora Regional de UNICEF
¿Puede ser feliz la navidad?
En navidad Jesús nace para nosotros, para la humanidad, pero
¿Quién o quiénes tendrán la firmeza para frenar este «río de sangre»? Podrá el Papa Francisco arriesgar un ejercicio audaz que nos permita a los cristinos, creer y renovar nuestra fe y elevar a la Iglesia de Católica a situarse en la cumbre del liderazgo por la paz, que la iglesia vuelva sus pies a Belén, que la iglesia vuelva a nacer en el pesebre de la humildad que nos enseñaron desde niños…es el reto para afianzar nuestra fe.
Ni villancicos, ni peregrinos, nada de una típica Navidad en Belén, pues la guerra convirtió la Nochebuena en una jornada triste en el lugar donde se venera el nacimiento de Jesús.
Es una Navidad muy triste, frente al pesebre, aparecen escombros y cercas, barricadas, alambradas y en el fondo el llanto de un niño.
Y… ¿Dónde están las conductas de humanidad?
Jesús nace en una cueva, en la pobreza como una interpelación con la unión, la solidaridad con los demás, la acogida del hermano, la sencillez, la humildad que lo esencial en nuestras vidas.
La Palabra de Dios, tiene el llanto de un niño.
Ese llanto que azota a miles de niños y niñas, a familias enteras desplazadas por la pobreza, por la maldad que habita entre nosotros “cristianos civilizados”, más bien parecen estar dibujados en la humanidad ante la triste precariedad de nuestra existencia, la fragilidad de nuestro compromiso con la paz
Hagamos que la luz brille en la oscuridad
La vida era la luz de los hombres, la vida que nos da Jesús en cada amanecer, por un mundo en paz, más justo, por menos niños abandonados y con hambre.
Ojalá pueda abrirse la luz para todo ser humano con un mínimo de respeto por la vida -creyente o no creyente- es un compromiso, es una responsabilidad, es un deber que nace de la unión en la comunión del niño que llevamos dentro.
La Navidad vuelve a interrogarnos sobre nuestra disposición de acoger a Jesús aquí y ahora.
En nuestra cultura, en nuestra cristiandad, en familia, en los templos nos enseñaron que la Navidad es celebración, que nuestro Dios Padre envió a su hijo primogénito a salvar el mundo, pero ¿Cómo desearte una feliz navidad?
Desde VOCES, aún en tiempos difíciles sólo nos queda elevar nuestra oración, implorar misericordia.