El resultado inesperado de las elecciones del 10 de abril, en que un 40 % de los votos válidos fueron a Fuerza Popular, ha cambiado radicalmente el panorama político de nuestro país a partir del 28 de julio del 2016. Si bien todas las encuestas daban como ganadora en primera vuelta a Keiko Fujimori, las mismas encuestas no llegaban a darle más del 30 % de la votación, con lo cual se preveía que la representación congresal de Fuerza Popular tendría una mayoría, pero relativa, asegurándose así la necesidad de consensos en el Parlamento, base de toda institucionalidad democrática.
Sin embargo, los resultados han sorprendido incluso a los propios fujimoristas, que ahora, con el 40 % de la votación, aseguran una mayoría absoluta del 70 % en el Congreso, debido al caduco sistema de la cifra repartidora, que asigna al partido con mayor votación más curules en el Parlamento. Esto de por sí ya es un motivo de preocupación para los demócratas del Perú y del mundo, pues un Congreso dominado por el fujimorismo y que no necesita alianzas con ningún otro grupo político para legislar y actuar a su antojo, es ya una seria amenaza para la democracia peruana.
Pero allí no acaba todo. El mayor peligro está en que la hija del ex dictador encarcelado gane la segunda vuelta, haciéndose así de la presidencia y con ello de todos los poderes del Estado, pues ya sabemos cómo funciona en el Perú el llamado Poder Judicial. Tendríamos así que el fujimorismo, sin necesidad de recurrir a otro golpe de estado como el del 5 de abril de 1992, por medios legales llegaría a tener nuevamente el control total y absoluto de todas las instituciones como en las peores épocas y de los medios de comunicación, dando paso nuevamente a la desenfrenada corrupción y represión que caracterizó al gobierno de Alberto Fujimori.
Es por ello que se han alzado voces lúcidas que desde un primer momento han pedido que se preserve el equilibrio de poderes, que es la base del contrato social. Y mientras en Lima los dirigentes de algunos partidos capitalinos aún están deshojando margaritas, como es el caso de Acción Popular que dice que todavía no sabe a quién apoyará, y otros voceros de la izquierda más ciega hablan de viciar el voto, ayudando con eso a la elección de la heredera de Fujimori, desde nuestra región ha partido la primera voz lúcida en toda esta confusión. Y esta voz ha sido la del congresista electo por San Martín con la mayor votación, el ex Presidente Regional César Villanueva Arévalo.
Villanueva, con la racionalidad que lo caracteriza, ha expresado claramente la necesidad del equilibrio en el Estado peruano, y esto con toda la razón que lo ampara, debido a que ya conocemos la fragilidad de nuestra democracia cuando alguien –y en este caso con antecedentes golpistas y antidemocráticos- asume todos los poderes del Estado, lo que le llevaría inevitablemente a la tentación de perpetuarse en el poder por 20 años o más, ya que podría cambiar la Constitución y las reglas de juego de la democracia a su antojo.
Por ello es que Villanueva ha sido el primero en pronunciarse y declarar que su voto será para PPK, pues aún cuando el modelo económico neoliberal que Kuzcynski propone seguir sea el mismo de la Fujimori, Kuzcynski es un demócrata comprobado que cree y respeta la democracia representativa. Además, que el Poder Ejecutivo en otras manos que no sean las fujimoristas, asegura que este equilibrio de poderes se mantenga y que las iniciativas legislativas de la mayoritaria bancada de Fuerza Popular tengan la posibilidad de ser discutidas y aprobadas o desaprobadas por un ejecutivo democrático, el por supuesto no sería un ejecutivo en manos del fujimorismo.
Es de esperar que en los 50 días que quedan para la segunda vuelta electoral, tanto los peruanos que no votaron o que lo hicieron en blanco o viciado y cuya cantidad superó largamente a la cifra de votos que obtuvo Fuerza Popular, esta vez se animen a dar su voto por PPK, no porque sea la gran maravilla, sino para evitar caer en las garras de una nueva dictadura protegida por la supuesta legitimidad de una elección popular. También se espera que la izquierda, que ha alcanzado una votación considerable, sin que tenga que llegar a ningún acuerdo con el neo liberal Kuzcynski y siga siendo oposición, opte por el “mal menor” y no propugne el voto en blanco o viciado que lo único que haría es favorecer a la candidata Fujimori.
En fin, es de desear que en esta ocasión millones de peruanos reflexionen un poco más en la intimidad de sus conciencias y que piensen y asuman la gran responsabilidad que tienen con su voto, para que la democracia continúe y nuestro país no vuelva a transitar por el camino de la autocracia y la corrupción, amparadas por la impunidad que da el poder absoluto.