Un colectivo que intenta hacer una contra campaña contra la candidata fijimori, parece que se durmieron en sus laureles, como queriendo sacudirse de tanta infamia que representa la candidatura de una mujer que aspira la presidencia que no tiene ningún otro mérito más que llevar el apellido de los Fujimori.
Así de fáciles somos los peruanos, que algunos se enamoran electoralmente y de una manera apasionante ante aquellas candidaturas que no tienen otra cosa más que aventuras decisivas en las acciones políticas, y en este caso, de la familia del fujimorismo que se enraizó en el país por la siembra temprana y aventurera de un Alberto Fujimori, que como conductor inicialmente de un programa televisivo en señal abierta, ni él mismo podría haberse imaginado, lo que más tarde llegaría a ser uno de los elementos polémicos de la política, pasando por un proceso electoral de haber sido presidente durante 10 años, intentando ambiciosamente al mismo tiempo una tercera reelección, pues el proyecto dictatorial que tenían era para 20 años, fracasado esto por las heridas abiertas de la corrupción que se revelaron a través de los famosos “vladivideos”, el resultado de esta orgía electoral y política, cuyo protagonista purga hoy una carcelería de 25 años, que si su heredera que tiene la misma estrategia de su padre, llega al poder, no le temblará la mano para mandar al tacho de basura las resoluciones de sentencia contra su padre querido, y otras resoluciones más de libertad que irá firmando por añadidura la hoy candidata del fujimorismo.
Decía que este colectivo que el martes por la noche en la plaza de armas de Tarapoto con un escasísimo público decidieron mostrar videos relacionado a la dictadura de Alberto Fujimori, como que la decisión les amaneció muy tarde, cuando la mayoría de gente apasionada y equivocadamente tiene ya el chip mental de un fujimorismo irrenunciable.
A este tipo de gente que siente y mira la política a través de regalos, a través de populismos campechanos y a través de acciones pintorescas de sus protagonistas, la gente se enamora electoralmente de estas cosas, pero le importa un pepino nuestra realidad peruana.
Años teniendo los mismos políticos, años teniendo la misma economía raquítica, creciendo solamente para los grandes financistas y capitalistas empresariales, a esto lo llaman los economistas aliados con el gobernante de turno, una economía en “crecimiento”. Una economía de crecimiento solamente para ellos, pero para los gobernados y la mayoría de la población, ese crecimiento nunca llega, es más, la clase pobre que es la mayoría del país, su crecimiento económico hace ratos que está totalmente congelado.
Años teniendo la misma estrategia política de adormecer a la mayoría de la población, hablándonos de desarrollo y oportunidades de trabajo, cuando son ellos los primeros en apoderarse del desarrollo económico y de las mil oportunidades de crecimiento económico, tenemos como ejemplo al señor Rolando Reátegui, como él mismo lo reconoce, se ríe, cuando escucha situaciones contrarias contra su jefe Alberto Fujimori y contra su lideresa, la hija del reo.
Personajes que les llegó la suerte a través de la política, y hacen de esta actividad el modus vivendi de sus más grandes visiones, como tenemos como segundo ejemplo, a la señora Esther Saavedra, que sin reparos de sus “sanos principios” que predicó en un tiempo del cercano pasado, pasó a compartir y beber la misma ponzoña de la clase política del fujimorismo.
Es decir, ellos y ellas creciendo, y el pueblo creyendo la metamorfosis de sus cambios de oportunismo y de traición.
¡COLECTIVO!… hace ratos que hubieran hecho lo que hicieron el martes por la noche; hace ratos que algo de conciencia hubiera sacudido esa mente impregnada de la ponzoña fujimorista; hace ratos que si hubieran madrugado más pronto, quien sabe el pueblo estaría más identificado consigo mismo y no con los que hacen de la política la mafia de enriquecerse ilícitamente.
Es más, ese colectivo que me estoy refiriendo escuché a uno de sus representantes en una radio local, que sus acciones son solamente informativas a través de videos, más no así salir por las calles a protestar, dicen que esto ya perdió de contundencia, y hay algunos periodistas y comunicadores que también manifiestan que estos mecanismos de protestas por las calles ya perdió contundencia y credibilidad, porque, según ellos, muchas veces se deslinda con la violencia.
Cuando en realidad los que perdieron contundencia y credibilidad, son ellos mismos, los organizadores, que se limitan en este caso de presentar videos y en momentos ya demasiado tarde, y periodistas también que algunos tienen miedo de ponerse en un nivel neutral, y demasiado distantes para ser críticos de verdad contundentes.