Tarapoto y la región San Martín están viviendo las previas de la asunción del nuevo gobierno regional y de los 78 gobiernos locales que dirigirán nuestros destinos durante los próximos cuatro años. Solo esperamos que, antes de asumir el poder, tengan la visión del territorio que nos deben dejar y eso se logrará cuando se tengan lineamientos claros y requerirá tener la gente adecuada. Este es el verdadero secreto, además de todo lo que se ha venido recomendando a través de los artículos que se publicaron en este diario.
Es probable que casi todas las autoridades, cuando han culminado sus gestiones se pregunten el por qué no hicieron lo que debieron hacer y, al respecto, les contaré solo una anécdota de Roger Rumrill García. El escritor contaba que, cuando fue asesor del ministro de Agricultura, Enrique Gallegos Venero, este se escandalizó al leer una noticia en los diarios y que cuestionaban la inacción del gobierno en cuanto a un problema que estaba ocurriendo con las vicuñas en Pampa Galeras. “¿Dónde están mis asesores que no me orientan cómo solucionar este problema que está poniendo en tela de juicio el interés del gobierno en solucionar los problemas del país?”, les dijo con voz militar. Cuando el ministro terminó de gritar, con la mayor tranquilidad Rumrill le dijo: “Señor Ministro: el proyecto de Resolución Ministerial sobre el tema se le ha presentado hace cuatro meses y está en su escritorio. Remueva sus papeles y lo va a encontrar”. Casi atolondrado, el ministro, después leerlo, estampó su firma y no atinó a decir absolutamente nada.
El gestionar un gobierno no significa volver a descubrir la pólvora. Solo se requiere sentido común y vocación de trascender –como escribiera César Hildebrandt–. Casi la mayoría de los que dirigen gobiernos, aún antes de asumir esas delicadas funciones al que llegaron, ya sea por votación popular o por designaciones políticas, entran mareados y salen peor, porque, o no tuvieron los acompañamientos necesarios, o no supieron entender el privilegio de la oportunidad a los niveles al que llegaron.
En mí casi medio siglo de funcionario público –disculpen la redundancia—he conocido sobre errores terribles del poder político en las designaciones de importantes cargos públicos. Del por qué lo hicieron, nadie ha dado una explicación que satisficiera las especulaciones, algunas absurdas. Es una bendición que acierten y de la forma cómo comienzan ya es un indicador de cómo irán las cosas. Y la experiencia lo dice.
Las nuevas gestiones tienen retos y desafíos tremendos. No es poco lo que les espera y para eso todos debemos colaborar, y es nuestra obligación hacerlo. Las decisiones políticas deben ser correspondidas con las actuaciones técnicas y no deben cometerse errores. Quienes deciden políticamente deben comprender que el verdadero perfil corresponde a un buen sentido común. Recordemos que los nuevos altos funcionarios deben tener criterio y visión de futuro. La soberbia y la angurria nunca han sido buenas consejeras. (Comunicando Bosque y Cultura).