Lo que pasa en el distrito de Morales, linda con lo indignante, lo farandulezco, lo patético. En un municipio en el que brilla más la vida personal del alcalde que la realización de obras, la población cada vez exige más respuestas. No se trata si es que el alcalde ha pagado tres meses o uno a su asistente personal, lo que indigna es que se trata de una jovencita con la que él tuvo relaciones extralaborales, lo que podría configurar cuando menos un conflicto de intereses por parte de la autoridad municipal, más aun cuando el burgomaestre ventila su vida a través de las redes sociales como si se tratase de un personaje de Esto Es Guerra, pero con obesidad y sin los usuales talentos que estos suelen mostrar (en realidad ninguno más allá de su apariencia física).
Frente a aquello, los moralinos, entre los que me cuento, le piden al alcalde que se defina. ¿Quiere ser un chico reality o quiere ser un alcalde de un distrito al que lo menos que le debe es respeto, salir cuando le preguntan lo que pasa y no encaramarse como está de moda entre todos los burgomaestres de la provincia.
Aparentemene, solo queda esperar hasta el 2018.