Por: Ricardo Quevedo Ramírez
Carlos Chipoco, abogado defensor del Ing. Fernando del Castillo Tang, manifiesta que trabaja midiendo su capacidad jurídica únicamente por resultados. Es decir, un personaje culto de los temas jurídicos que no apunta exclusivamente al factor económico, mientras no haya ganado en el plano legal la batalla jurídica de su respectivo defendido.
La reciente negativa para que el alcalde de Lamas, recluido en prisión, afronte su situación legal en libertad, aparentemente pueda que sea una mengua o derrota para el referido jurista Carlos Chipoco. Pero que inmediatamente manifiesta que con esta negativa se va a otras instancias superiores de la justicia para que continúe su batalla de apelación con los argumentos probatorios que sostiene que las acusaciones que el Ministerio Público que le viene haciendo a su defendido, están fuera de toda razón legal que avale una perentoria prisión y mucho menos una probable sentencia, toda vez que el curso de las acusaciones según el abogado defensor, es a travésde puras conversaciones.
Hasta aquí la filosofía jurídica del Doctor Carlos Chipoco, que me parece totalmente normal que luche hasta las últimas consecuencias jurídicas para que tenga como referencia que luchar por una causa que se cree justo, si reporta resultados si no de satisfacción, por lo menos de convicción personal en el plano jurídico, es una referencia positiva.
Porque según él mismo lo manifiesta una cosa es luchar contra la corrupción y otra cosa es luchar con la ley en la mano. Pero también hay que ser claros que la ley siempre estaba sujeta a lo más vulnerable por aquellos que manejaban la justicia y las leyes, y siempre quedaban con la razón a sus respectivos favores como fue el periodo de terror en el gobierno dictatorial del reo Fujimori.
Y que la hija, Keiko Sofía, ansiosa aspirante al sillón presidencial, manifestó sin ningún criterio moral y de autocrítica para decir que le hubiera gustado ver a su padre gobernando el país en estos tiempos de “pacificación”.
Cree esta hija mimada de Fujimori, que la “pacificación” fue conquista de su padre; cree que la “pacificación” es ausencia de terribles revoltosos manejando las armas en los montes; cree esta hija engreída del reo que la “pacificación” es haber derrotado a gente equivocada que vivía al margen de la ley.
Si la pacificación sería esto, no continuaríamos siendo un país de mucha inseguridad. Un país que permanentemente está al acecho de la delincuencia y en permanente zozobra de los que siguen viviendo al margen de la ley.
Ellos que dicen haber vencido al terrorismo, simplemente hacían grandes jugadas con las propias leyes jurídicas, y la corrupción seguía sus paulatinos pasos, hoy sigue con más fortaleza y dinamismo.
En consecuencia como manifiesta el doctor Carlos Chipoco, que una cosa es luchar contra la corrupción y otra cosa luchar con las leyes en la mano contra todo tipo de ilícitos.
El Perú tiene una fábrica de miles y miles de abogados, por ello será que algunos juristas únicamente ven en un determinado litigio o en una demanda procesal, solamente el monto económico, que con resultados favorables o no al defendido, éste se ve mellado a desembolsar toda su economía por pagos de servicio al abogado.
Conozco un caso de una persona que vendió su terreno para enfrentar un proceso judicial que lo implican por un supuesto caso de secuestro. Todo el dinero del terreno vendido ya se fue en pago del abogado, pero él sigue detenido en proceso de investigación. Aquí el trabajo por resultados en defensa del detenido es totalmente improductivo, toda vez que el detenido ya pagó buena suma de dinero, sin ver a su favor ningún tipo de resultado, y posiblemente le caiga una injusta sentencia.
Todo lo contrario con el Doctor Carlos Chipoco, que no le cobrará a su defendido un solo sol, mientras no vea resultados jurídicos a su favor, es decir para que el patrocinado, afronte su situación en libertad, y gane una batalla completa para una ansiada absolución a favor de su defendido, que ya el curso de las investigaciones lo determinarán lo uno o lo otro.