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lunes, enero 20, 2025
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Programas sociales

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Las potencialidades humanas son grandes, basadas en tres columnas: El poder del amor, el poder de la mente y el poder de la fuerza muscular. Las sociedades, mediante sus autoridades, siempre deben propender que cada persona las desarrolle, brindándoles similares oportunidades durante sus cortas vidas. Los recientes juegos olímpicos de Río, han brindado a las luces los resultados del desarrollo de esas potencialidades.

La vida social debe ser un juego olímpico permanente, donde la persona se esfuerza cada día para desarrollar su natural potencialidad vocacional. El estado debe estar preocupado para que existan esos medios necesarios disponibles a todos los habitantes, exentos de discriminaciones. Entonces, toda persona se esforzaría para dar lo mejor y ganar la medalla de oro cada día.

Imagínese una persona con todas sus potencialidades, parada en la esquina, cubierta la cara con una gorra, con lentes oscuros, estirando la mano pidiendo limosna. Luego de unas horas, se aleja, y al voltear la esquina, se quita los atuendos, coge su vehículo y en su barrio va directo al bar a beber cervezas heladas.

A un gobierno pasado se le ocurrió la “brillante” idea de “crear” programas sociales, consistentes en distribuir el dinero del país, a grupos de personas, porque según el discurso, eran pobres. Algunos candidatos regalan alimento y dinero en efectivo a las personas por la misma condición. Los regalos de alimento y dinero a los supuestos pobres son masificados. Por último, el mismo presidente que se fue, no solo regaló dinero a la gente, al dejar el cargo, ha dispuesto que mensualmente reciba más de cien mil nuevos soles del erario nacional, para él, para toda su familia, con vehículos, gasolinas, con miembros policiales de seguridad. Bueno, como durante su gobierno ha dispuesto dinero para la gente ¿Por qué no puede disponerse para él? Al final, es el pueblo el que paga.

En medio del desorden público se pueden hacer este tipo de atrocidades que la población azorada mira y calla. Es verdad que las oportunidades no son las mismas para todos los habitantes. Pero, es verdad también que de todas maneras se necesitan los esfuerzos individuales para salir adelante.

No se pretenda cosechar frutos del árbol que no se ha sembrado. Si realmente quisiéramos hacer una verdadera obra de caridad, que se haga con responsabilidad. Si queremos apoyar a quienes menos tienen, que se ejecuten proyectos productivos transversales a nivel nacional ¿Por qué no regional o local?, con la participación de mano de obra de dichas personas, según sus vocaciones potenciales. Los proyectos productivos deben ser de mediana duración, entre tres o cuatro años y con remuneraciones no basadas en rendimientos, como se da en los otros proyectos, sino basadas en las intenciones participativas laborales. ¿Está usted trabajando? Ah, entonces, tiene derecho a una digna remuneración. La comercialización de los productos de éstos proyectos deben ser socializados por la comunidad. Es decir, serían proyectos con resultados, y no proyectos lastimeros. Así, se generarían oportunidades laborales para quienes por situaciones educativas y sociales se encuentran al margen del mercado de trabajo. Aquellas personas a quienes se pretende ayudar, se desarrollarían con dignidad y les pesaría extender la mano para recibir una triste limosna, y tendrían energías suficientes como para mandar por un tubo a candidatos que pretendan comprar sus intenciones de voto.

Se han gastado miles de millones de dinero en efectivo en esos nefastos “programas sociales”, con los que además, se han dado de comer a millones. ¿Aquellas personas que recibieron esos dineros y alimentos durante cinco años han dejado de ser pobres? ¿Qué pasa si se deja de dar dinero y se deja de dar de comer? Simplemente no se ha solucionado nada. Al contrario, su condición social se ha empeorado, porque ahora, muchas de ellas se han mal acostumbrado a tender la mano, a recibir dinero sin hacer nada, es decir, se ha mellado su dignidad de persona, se las ha tratado como a personas mendigas, como a personas carentes de potencialidades humanas. Si se quiere dar de comer pescado a alguien, enséñale a pescar, porque así podrá vivir toda su vida, pescando para comer. Porque si la acostumbras a dar pescado, cuando usted muera, la persona también morirá de hambre. El programa social es igual, no es dar dinero y comida, porque la persona merece respeto y dignidad.

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