Cuando pronunciamos esa palabreja, necesariamente experimentamos arcadas, uque son movimientos convulsivos de la musculatura lisa del estómago, previas a la evacuación de los contenidos hacia el exterior, lo que vulgarmente conocemos como vómitos.
Y es que, como sinónimo directo, la RAE, que es el máxomo tribunal del idioma, define las siguientes acepciones; corrupción, descomposición, podredumbre, desintegración, alteración, fermentación, carroña, pudrición, etc.
Obligadamente las circunstancias nos obligan a utilizar este término en nuestros comentarios sobre este tipo de asunto, por lo que advertimos a nuestros muy estimados lectores no leernos al consumir alimentos en todo caso luego de haberse producido la digestión. Personas como Hinostroza Pariachi; propician este tipo de sensaciones tan desagradables.
La aparición en la escena nacional de este aborrecible individuo, nos ha conmocionado a los perunaos que si hemos recibido en nuestra primera infancia y juventud, una formación de persona, totalmente diferente.
Hinostroza Pariachi, pertenece a la chusma, a la gentuza rústica y agreste, cerril, grocera e intratable.
Es producto del intento de un progenitor de la misma calaña, que en lejanas pampas serranas o alturas cordilleranos, obliga al hijo a estudiar Derecho, para una vez obenido el título, se avoque ó cometa el emprendimiento de un juicio a su vecino por un diferendo territorial de larga data.
Humildemente, pero con la mejor intenscón, me permito sugerir a los expertos que planifican la metodología y contenidos de la educación, y la instrucción en el país, que consideran mediante un curso; la capacitación de los niños y jóvenes en lo referido, a las elecciones de nuestras autoridades a los más importantes cargos públicos en la estructura administrativa de nuestro amado país.
Es más que probable, que un sector del magisterio nacional, no lo concidere importante y por lo mismo innecesario. Aún recuerdo en mi etapa primariosa en la Recolecta de Barranco distrito en el que nací, el curso de Educación Civica, consideraba principalmente los protocolos de un comportamiento gentil y amable, de respeto y buenas maderas o modales. Los fundamentos de una buena educación recibidas durante la primera infancia, considerablan tan intensamente la actitud y forma del saludo a las personas mayores con las que teníamos diario contacto, que el tratamiento a nuestros padres de familia, específicamente; al jefe; a nuestro padre era de USTED, en muchos casos, aunque no en todos sucedía lo mismo con la madre. Los hijos contestaban presurosamente y con tonos de voz absolutamente respetuosos, al llamado de la madre o el padre, era poco menos que inconcebible, que los hijos se atrevan a poner en tela de juicio, la desición o determinación de sus progenitores.
En general las personas maoyres de su entorno, eran miradas y tratadas con la máxima consideración. Actos como ceder el asiento, al lado interior de la vereda, ayudar a cruzar la pista de vereda a vered, cargar un bulto pesado, subir o bajar una escalera, ante la indecisión de un adulto mayor, absolver una interrogante, etc.; acudir sonriente y amable en ayuda de una persona con mucho amor, que nosotoros, es una hermosa manera que antaño se usaba, y que lamentablemente se ha perdido.
Hoy en cambio a mozalbetes haciéndose dueños de las veredas, transitando con el celular encendido sin mirar por donde van, incapaces de atender una solicitud de ayuda.
Aunque tal véz lo más penoso se escenifique en los hogares, en los que al salir o llegar de la calle, no saluden a la madre o al padre, mucho menos a quienes han llegado de visita.
En el trato de problemas familiares; la respuesta grocera en tonos altaneros y atrevidos es de uso común. El trato humillante y patanesco de los varones para con sus hermanas ya no llama la atención; y no es más que el preludio del trato que les darán a otras mujeres.