Lluvia de millones, es lo que podemos conocer que siempre ha existido en las campañas presidenciales, regionales, distritales, hasta de revocatorias.
Y es que la empresa Odebrecht, tan caritativa, estuvo en todas y con todos, entregando aportes, propinas, coimas o como quieran llamarlo, a los candidatos que estaban primeros en las encuestas a la Presidencia de la República, con lo que se aseguraba la ejecución de obras de gran embergadura en nuestro país.
Dicen que no hay, pero que valga, pero…. ahora resulta que nadie recibió el dinero, directamente al menos no lo hicieron, pero que de acuerdo a las declaraciones de Jorge Barata, se entregaron a otras personas, pero que el destino era financiar la campaña electoral del año 2011.
Una vez más, el desencanto se hace sentir, o es que ya lo esperábamos, lo que no esperamos es que desde el Ministerio Público y el Poder Judicial se hagan los sordos y no inicien investigación como lo están haciendo con algunos personajes de nuestra política peruana.
Las campañas políticas han sido los espacios donde el dinero mal habido o que tenían un objetivo final (cobrarlo luego, con obras), ha sido el festín de los candidatos que por más rifas, cocteles que nos quieran hacer creer, no podrían haber cubierto todas las necesidades.
Y así, estamos leyendo un capítulo más en la historia de nuestra política peruana, plagada de corrupción y que nadie se escapa, ya sean montos más o montos menos, pero hasta un sol mal recibido por alguien que quiere llevar el destino de nuestro país, no le da catadura moral para gobernarnos. ¿Alguien lo tiene? Alo.