Según un informe emitido por el Ministerio de Salud, más de un centenar de menores embarazadas atendió el Sistema Integral de Salud a nivel nacional en los últimos seis años.
El registro indica niñas de 9 a 17 años de edad.
La indignación mayor fue conocer en estos días el parto de otra pequeña de nueve años, en este caso violada por su propio padre, un embarazo traumático y ahora está obligada a atender a su bebé.
Según indican, se conoció del caso cuando la menor tenía seis meses de embarazo, lo que ponía en riesgo su vida; sin embargo, sería bueno preguntarse cómo es que en su casa no se dieron cuenta de esta situación.
Hay algunas propuestas de ley que sugieren el aborto terapéutico cuando el embarazo ocurre a consecuencia de una violación, un planteamiento muy discutido sobre todo por organismos pro vida, que se respeta, pero creo que en circunstancias extremas debería tomarse en cuenta, dejando de lado la cucufatería.
Cuando existen estos casos lamentables de niñas que son obligadas a ser madres y más aún luego de pasar por el trauma de una violación, ¿quién protege a nuestras niñas?
Los violadores no deben tener contemplación, las leyes por más drásticas que se hagan no resultan disuasivas para quienes acostumbran a estas prácticas degradantes, debe haber mayor firmeza en contra de estos despreciables.
Las niñas deben disfrutar de su etapa, las leyes deben protegerlas, no concibo una pequeña jugando a ser mamá, a consecuencia de un maldito que frustó su verdadera esencia.