Me cogió de improviso con un movimiento intenso que paralizó cada centímetro de mi cuerpo. Fue tan agotador que estaba por perder el conocimiento. Sudaba frío y las sábanas se fueron quedando tiradas en el suelo mientras la oscuridad me abrazaba con fuerza. Una, dos, tres y varias sacudidas, recuerdo claramente cómo sucedió.
Solo duró 2 minutos con 7 segundos pero fue como si hubiese sido una maratón de todo un día. Buscaba salir corriendo pero nuevamente la desesperación me dejaba paralizada sin poder pedir auxilio. Sin duda, el sismo de 8 grados del domingo nos dejó una gran lección a todos: “No estamos preparados para un terremoto”.
Hemos sentido en carne propia la desesperación de no saber cómo escapar de una posible muerte. Es escalofriante darnos cuenta que no estamos preparados para actuar en situaciones de alto peligro. No entendemos la importancia de prevenir y saber actuar.
Como toda situación extrema, el sismo o terremoto no se anuncia, sucede en el momento menos esperado. El domingo 26 de mayo, todos sin excepción hemos sentido desesperación, miedo de perder a familiares y sin duda alguna, miedo de morir. Y es normal, somos seres humanos y la mayoría pensamos que nada nos sucederá, que somos inmortales, hasta que la naturaleza nos demuestra que es más poderosa que la raza humana.
Cuando la sacudida del sismo me despertó, me desesperé tanto que empecé a llorar pensando que moriría, mientras que mi esposo en vez de ayudarme prefirió sacar su cámara y registrar todo el hecho como buen periodista que es. Mi madre gritaba sin que nadie pudiera calmarla, de pronto un vecino que pensé que era mudo (porque nunca lo escuché hablar y mucho menos lo vi sonreír) se acercó a mi madre y le dijo que se calme que todo estaría bien, hablaba gracioso y era porque estaba totalmente ebrio, el olor a alcohol era evidente.
En este último sismo de magnitud de 8 grados y que tuvo como epicentro la región de Loreto, muchos amigos, vecinos, familiares y conocidos han tenido un sinfín de reacciones que hoy les contaré: Vecinos envueltos en toallas de colores parados en las puertas de sus casas, las chismosas del barrio esperando que haya una primicia, mi primo regordete corriendo en calzoncillo, mi perro bipolar atacando a todos y hasta el más ateo de la casa rezando como loco. Todos absolutamente todos, nos hemos acordado de Dios y hemos pedido su misericordia, lamentablemente así somos los seres humanos, esperamos que suceda algo para poder actuar de manera correcta, en este caso, para tener acciones de prevención. Si después de este sismo seguimos siendo los mismos irracionales, entonces, no hemos aprendido nada.
Debemos tener claro algo, la naturaleza seguirá manifestándose de una y mil maneras y tenemos que estar preparados, porque si no las consecuencias serán fatales.
Antes, durante y después, es importante tomar acciones preventivas. Está de más decir que debemos conservar la calma, buscar un sitio seguro, tener a la mano una mochila de emergencia, todo eso en teoría lo sabemos y muchas entidades nos capacitan hasta al cansancio, entonces ¿Por qué no lo realizamos? Eso es algo en lo que todos debemos detenernos y reflexionar.
Me asusté y pensé que moriría, a muchos también les sucedió igual. Ahora, con lección bien aprendida, debemos ser conscientes de los peligros, porque cosas peores vendrán, dice la biblia y ya estoy empezando a creer en que el fin del mundo está cerca.
Por eso, solo deseo que si me van a sacudir que sea de alegría y buena onda… Y si es una sacudida a oscuras, que sea de amor y pasión, por favor.
Y tú ¿Qué sacudida prefieres?