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jueves, diciembre 5, 2024
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Se cayó el arbolito donde dormía el pavo real

Por: Víctor Caballero Martin 

Tremendo golpe el que ha sufrido Vladimir Cerrón y su partido Perú Libre a manos del pueblo peruano. En las elecciones del domingo 2 de octubre, el pueblo decidió. Digo, decidió castigar seriamente a Perú Libre en todo el Perú, no solo porque no alcanzó una votación respetable ahí donde presentó candidatos sino porque su sectarismo e incompetencia le impidió presentar candidatos en diferentes regiones y municipios. 

De las 25 regiones, Perú Libre no presentó candidatos en 14 regiones. Y ahí donde presentó candidatos los resultados fueron desastrosos: 

En las regiones del Centro, no presentó candidato en Huancavelica, Huánuco y Junín. En la región Pasco solo obtuvo el 2.27% de los votos emitidos. 

En las regiones del Sur, no presentó listas en Apurímac, Ayacucho e Ica; en las otras regiones los resultados fueron: Cusco 6%, Arequipa 2.75%, Puno 4.18%, Tacna 2.04% y Moquegua 5.81%. 

En las regiones del Oriente, no presentó candidatos en Amazonas, San Martín y Loreto; en las otras regiones obtuvo: Ucayali 11.65% y Madre de Dios 6.14%. 

En las regiones del Norte, no presentó candidatos en Lambayeque, La Liberta y Ancash; en la región Cajamarca solo obtuvo el 4.34%. 

En Lima y Callao, el resultado fue el siguiente: Lima, obtuvo el 2.87% y en la Región Callao no presentó candidato. 

En cuanto a los resultados municipales en las regiones más importantes éstos fueron aún más desastrosos: de un total de cerca de 200 alcaldías provinciales solo parece haber ganado una en Cusco. En la región Junín, base principal de Vladimir Cerrón, no obtuvo ninguna alcaldía provincial, perdió en todas. Tanto fue su desamparo que ni siquiera fue a votar. 

Tremendo castigo para él que un día se presentaba cual pavo real como el único revolucionario, representante y vocero del pueblo; que desde su rama en la que se posaba agredía, desconocía y excluía a quienes no pensaban como él o no le obedecían. 

Finalmente, el pueblo, le dijo ¡No! Lo bajó de la débil rama donde se trepó cuando su partido Perú Libre, ganó las elecciones presidenciales con Pedro Castillo. Vladimir, ensoberbecido por el triunfo ajeno, pensó que era a él a quien el pueblo había elegido para dirigir sus destinos. Y dijo muy orondo: “Hemos conquistado el gobierno, pero no el poder”. Y le advirtió a Pedro Castillo, ya presidente de la República, que su partido estaba listo para corregirlo y llamarlo al orden en caso se desvié del camino trazado hacia la conquista del poder. 

Cual pavo real subido a su arbolito, empezó a designar ministros, logró poner a uno de sus militantes como presidente del Consejo de ministros (pintoresco personaje que pensó que los conflictos se arreglaban llegando a lomo de caballo y dando discursos), a otro como ministro de Salud (alucinado personaje que vendía pócimas milagrosas conocidas como “agua arracimada”). Y así, con ese desparpajo fue colocando a sus militantes en cuanto puesto había en los ministerios e instituciones públicas. Declaró la guerra a los llamados caviares (a los que odia con delirio) y puso en marcha su plan de contrarreforma para quitar las conquistas democráticas que el pueblo había logrado para una educación de calidad, para la mejora de los derechos de las mujeres, y, por supuesto dio rienda suelta a su misoginia y antisemitismo. 

Estaba tan afiebrado de vanidad que en un momento se creyó convertido en Lenin llegando a la Estación Finlandia para dar curso a la insurrección bolchevique y tomar por asalto el Palacio de Invierno. Sus discursos de esos días pretendían reproducir las tesis que Lenin había establecido en los inicios de la Revolución Rusa. Los copió sin escrúpulos, pensó que el triunfo electoral era el primer paso de la revolución socialista en el Perú; consideraba que Pedro Castillo era, por arte de birlibirloque, el nuevo Kerensky de la revolución de febrero del 1917, y que, por tanto, él era el Lenin que conquistaría pronto el poder. 

¡Pobre! No se percató que sus militantes querían trabajo en cualquier puesto del Estado no importaba si estaban calificados o no. Tan enceguecido estaba que pensaba que los parlamentarios electos (eran 37), se comportarían como la fracción bolchevique en la Duma y que sus directivas se acataban con disciplina ¡Pobre! Ni cuenta se dio (o no quiso) que esa bancada estaba rota desde antes de las elecciones, y que pronto, muy pronto se partió en cuatro, y que algunos de pasaron sin mayores escrúpulos a las bancadas de la ultraderecha. Ahora son 16 parlamentarios que deambulan en el Congreso votando disciplinadamente con las bancadas de la derecha para imponer la contrarreforma conservadora. 

En total, en todo el país, Perú Libre ha obtenido resultados desastrosos. 

En porcentajes reales, sus candidatos no han pasado la valla del 5% de los votos totales. El pueblo ya decidió. Y decidió tumbarse a ese arbolito donde dormía ese pavo real ridículo. Ahora va a tener que seguir purgando su pena por corrupción por el uso de fondos públicos, y seguirá enfrentando los nuevos casos de corrupción por asociación ilícita para delinquir. 

 

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