No cabe duda que las personas que llegan hasta nuestra región la han de mirar con los ojos que se la presentes. Nosotros somos una especie de gafas que sirven para entregarle el colorido o penumbra a la ciudad, por lo que siempre debemos buscar, más que ser amables, mostrar nuestro lado educado, nuestro conocimiento acerca de este espacio prodigioso que habitamos, el mejor del mundo.
Considero que en ese sentido, a través de las personas que me rodean, hemos logrado, a pesar de las dificultades y contradicciones siempre presentes, entregado a quienes llegan, por ejemplo, a hacer un voluntariado con nuestro gran Orlando Zagazeta, la visión de una amazonía viva, con cultura y creatividad, con amor por lo nuestro y orgullosos de todo lo que tenemos para entregar. Si es que ese sentimiento se interiorizaría mucho más, habría verdaderas transformaciones.
El problema no es que seamos bein o mal vistos, con buenos o malos servicios, preparados o no para el turismo. El problema es que no nos la creemos. No sabemos, ni nos damos cuenta que estamos en la región más bella de este país y que tenemos mil cosas para explotar. Solo amando lo nuestro podremos expandir la idea positiva de nuestro lugar. No comprendo por qué es tan difícil entenderlo para algunos. Tenemos nuestros problemas, avanzamos lentos en soluciones, pero fundamentalmente por las trabas que nosotros mismos, a través de nuestro pesimismo, nos ponemos.
Si miramos el presente con más entusiasmo y el futuro como una gran promesa, estoy seguro que seremos grandes.