“Bailaban y cantaban cinco días. Y luego iban a hacer adoraciones en favor del aumento de las llamas… Y celebraban las fiestas de Pariacaca y de Chaupiñamca” relata el Manuscrito Dioses y Hombres de Huarochirí, único texto prehispánico de Sudamérica compuesto por un indígena en su propia lengua, que cuenta la actitud festiva y laboriosa del hombre del Ande y destierra el prejuicio de presentarlo como un ser triste y perezoso.
Para revertir el desconocimiento, fomentar la reflexión sobre nuestra diversidad y reconocer el aporte de las tradiciones y formas de vida de los 55 pueblos indígenas -51 de la Amazonía y 4 de los Andes- se conmemora el 12 de octubre en el Perú el “Día de los Pueblos Originarios y del Diálogo Intercultural”.
En América Latina, los países han declarado el día del respeto a la diversidad cultural, de la resistencia indígena, de la descolonización y de la plurinacionalidad, con el objetivo de promover el diálogo y valorar el aporte de los pueblos originarios, denominación que se da a las comunidades ancestrales que se constituyeron antes del Estado y preservan sus costumbres, organización social, política y su economía.
Más de cinco mil años de historia tienen las poblaciones de lo que hoy constituye Latinoamérica y el Caribe, y su contribución al planeta se aprecia en la conservación del medio ambiente, agricultura ordenada, seguridad alimentaria, medicina, sistemas de comunicación y contables, astronomía, poesía, pintura, cerámica, textilería, orfebrería, religiones, respeto por los animales y la tierra, construcción armónica de sus centros urbanos y rurales, limpieza y salubridad públicas, entre otros.
Las culturas precolombinas, donde destacaban las tres grandes civilizaciones, Inca, Maya y Azteca, fueron sociedades, no exentas de problemas, con un ordenamiento comunitario, gobernabilidad y sistemas de desarrollo que fueron destruidos violentamente por los conquistadores, aunque la resistencia indígena, sutil y creativa, mantuvo creencias, lugares sagrados, así como prácticas culturales que rechazaron la esclavitud y la sumisión como opción de vida.
Mario Vargas Llosa recalcó que “la conquista de América fue cruel y violenta”, situación explicada por el destacado escritor Eduardo Galeano: “los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo usurpación de los últimos restos de sus tierras. Antes fueron saqueados y ejecutados en nombre del Dios de los cielos, ahora en nombre del dios del Progreso”.
En la actualidad, los pueblos originarios están en situación de vulnerabilidad sanitaria, territorial y demográfica debido a la discriminación, pobreza, migración forzada, corrupción de las autoridades, falta de acceso a la educación. Sin embargo, como manifiesta el cura y poeta Ernesto Cardenal, la lucha diaria del “ejército alegre con guitarras y con abrazos” es el instrumento fundamental para proteger al ser humano y la biodiversidad, además de dar credibilidad a los versos de la canción de Calle 13, que “América Latina es un pueblo sin piernas, pero que camina”.
José María Arguedas llamó al Perú el país de “todas las sangres”, aunque la frase calza para toda una región conformada por más de 800 comunidades originarias. Hoy, debemos entender que la diversidad cultural es primordial para el progreso económico, intelectual, moral y espiritual de los países, por eso es necesario garantizar que las organizaciones indígenas tengan voz en las decisiones que les afectan, no vivan bajo la amenaza del genocidio y preserven sus culturas.
Ser un país, y un continente, pluricultural y pluriétnico nos obliga a reconocer la contribución de todas las personas y “sus mundos”, cada uno con sus celebraciones, lenguas, técnicas agrícolas y formas de vivir que fomenten una sociedad sin exclusión y con justicia social, para soñar como en el poema de Nicomedes Santa Cruz, todos juntos “indoblanquinegros / blanquinegrindios / y negrindoblancos” para sumergirnos “mano y mano en un abrazo latinoamericano”.