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sábado, enero 18, 2025
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El que tiene oídos, oiga y entienda

“La función del oído es transmitir los sonidos al cerebro a través de sus distintas partes: el oído externo, el oído medio y el oído interno. Su tarea principal es, por tanto, detectar, transmitir y convertir los sonidos en impulsos eléctricos” (hear-it.org). Sin embargo, existe resistencia a entender ésta función. Cada vez menos se cumple el valor de respetarse entre seres humanos. Si se ofrece resistencia al respeto a un ser humano, ¿qué será a un animal, a una planta? Peor será entonces ofrecer respeto a nuestro creador. Jesucristo dijo: “Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. 14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis. (Marcos 4:10-13) En los pueblos habitan las personas. Las personas tienen sus casas donde viven en familias. Por lo general, los trabajos de las personas son en lugares diferentes a sus casas. Al retornar a ellas, fatigadas de las actividades del día, existe firme esperanza de encontrar armonía, paz y alegría. Los abrazos, besos y sonrisas son los signos de éstos comportamientos. Ahora, ¿qué pasa, si al llegar a casa, encuentra sonidos estruendosos, ruidos extremadamente molestos, provocados unilateralmente por irrespetuosos vecinos, con potentes altoparlantes? ¿Podrá existir armonía, paz y alegría en la familia y en las demás familias vecinas? Éste acto público irrespetuoso es intolerante en cualquier parte del planeta. Y, para variar, se cierra la calle, se consume licor en cantidades incalculables, se profieren términos inadecuados propios de personas ebrias. Ante la llamada de algún vecino que no soporta el exagerado ruido, pasa cerca al tumulto, el vehículo de serenazgo, del cual bajan las autoridades; en el acto, los diez organizadores de la pérfida fiesta, se acercan con su cínica ancha sonrisa llevando consigo en sus manos llenas, botellas de licor heladas y comidas. Las autoridades reciben los presentes y se sirven: “Por favor amigos, bajen un poco el volumen de sus músicas” profiere el jefe. “Ah, claro jefe, como usted diga”, responde presto el presidente del grupo. “Hey, muchacho, avisa al operador del equipo, que baje el volumen”, ordena en voz alta. El alimento está sabroso y la bebida exquisita, que los custodios se sienten satisfechos. “Ah, me olvidaba, ¿tiene su licencia?”, pregunta. “Claro jefe, aquí está” responde rápido el presidente. Suben al vehículo de color plomo y se alejan. El vehículo de la autoridad quizá está llegando a la esquina y el presidente ordena de nuevo que el volumen se eleve al decibel original, porque “estamos de fiesta y necesitamos vender, además, tenemos autorización”, se dice. Las ventanas de vidrios y las puertas de maderas vibran tan fuerte semejante como si experimentarían sismo de siete grados. Un técnico vecino sacó su sonómetro y midió 185 decibeles: “¡Qué barbaridad!”, dijo asombrado, “con razón no se puede soportar”, añadió. En México, la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial (PAOT) indica: “Si el sonido proviene en el interior de la residencia, entre las 6 de la mañana y 8 de la noche, el nivel máximo permitido es de 63 decibeles”.

Éste tema no es novedoso, porque siempre hubo personas que desoyen: “¿Sabías que en una zona residencial el ruido permitido a medianoche no debe ser más alto que el de una lavadora o que durante el día, en una zona industrial, el ruido debe ser menor al de una secadora de cabello? La contaminación sonora o ruidos molestos afectan a millones de personas. Aquí te explicaremos qué hacer para defender tu derecho a un ambiente sano. Según la Organización Mundial de la Salud, las personas expuestas a niveles de ruido perjudiciales, corren el riesgo de sufrir: Deficiencia auditiva, trastorno de sueño y reposo, alteraciones del sistema nervioso y pérdida de rendimiento. Provocando alteraciones de comportamiento en su vida cotidiana. Las actividades que generan mayor contaminación sonora en nuestras ciudades son: El transporte público y el uso incorrecto del claxon; El comercio ambulatorio; Los lugares de ocio, como discotecas, bares y restaurantes; Obras en construcción y la actividad industrial. En el Perú existe una norma que establece los niveles máximos de ruido para proteger la salud, los cuales varían de acuerdo a la zona y horarios determinados por cada municipalidad, tales como: Zona Residencial (no > 60 decibeles en el día y 50 en la noche). Zona Comercial (no > a 70 decibeles en el día y 60 en la noche). Zona Industrial (no > a 80 decibeles en el día y 70 en la noche). Zona de Protección Especial, como las cercanas a hospitales y centros educativos (no > a 50 decibeles en el día y 40 en la noche). Si te sientes afectado por ruidos molestos, presenta tu queja ante tu municipalidad, precisando el horario y la probable fuente de contaminación. Recibida tu queja, la municipalidad debe enviar un fiscalizador con un sonómetro para que mida la intensidad del sonido. Este sonómetro debe estar debidamente calibrado por el Instituto Nacional de la Calidad (Inacal). Si luego de la medición, la emisión de ruidos sobrepasa los límites permitidos, la municipalidad debe aplicar la sanción correspondiente. Si no supera los límites permitidos, pero por su intensidad y duración pueden perjudicar la tranquilidad y salud de los vecinos, la municipalidad debe establecer disposiciones para controlar los ruidos. Es obligación de las autoridades promover cambios en las prácticas sociales que originan la contaminación acústica. Si tu municipalidad no atiende tu queja o incumple con estas obligaciones, acude a la Defensoría del Pueblo o llama a la línea gratuita 0800-15-170 (www.defensoria.gob.pe/blog/ruidos-molestos)”

 

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