Esta semana inicia candente. Hoy lunes se define la vacancia y mañana martes se define nuestra clasificación al Mundial. O, bueno, al repechaje, para ser más precisos.
Solo en Perú la permanencia de un mandatario en la presidencia y de una selección en una clasificatoria mundialista podría definirse a la par, casi casi en la misma jornada.
¿Pronóstico? Reservado en ambos casos. Me animaría a decir que ni la oposición ni Paraguay tienen lo suficiente para vacar a Castillo ni negarnos la disputa por el último cupo a Qatar, respectivamente. Pero, claro, podría equivocarme rotundamente en cualquier o, incluso, en ambos casos.
Existen similitudes interesantes en las dos situaciones citadas, cuya trascendencia y relevancia son absolutamente dispares. Pese a que de seguro nos dolería muchísimo más quedarnos sin mundial que sin presidente, el fútbol sigue siendo solo un juego sin mayor incidencia en los bolsillos (exceptuando el bolsillo de algunos dirigentes y árbitros, por supuesto). En contraste, la política condiciona prácticamente todo a pesar al hartazgo que sus protagonistas nos provocan.
Aclarado ello, aquí van las caprichosas similitudes. Por su lado, una oposición disminuida y sin capacidad de convocatoria se ha visto envalentonada por las recientes declaraciones de Karelim López, las que de forma oportuna se revelan pocas horas antes de la sesión del pleno del Congreso. De hecho, algo parecía gestarse desde hace días, cuando César Acuña anunció que su partido no asistiría a la reunión del Acuerdo Nacional convocada por Pedro Castillo y dicho cónclave fue finalmente postergado. A la par, el premier declara que se prepara un golpe de Estado y una inusitada preocupación surge entre las filas oficialistas. En teoría, con el voto en contra de las bancadas de Cerrón, Bermejo y Verónica, la moción de vacancia no debería alcanzar los necesarios 87 votos para desaforar al presidente. Sin embargo, la disidencia es un factor a considerar, más aún si el resto de agrupaciones representadas en el parlamento hace causa común.
De otro lado, retomando el aspecto futbolístico, tenemos en frente a una selección paraguaya bastante disminuida en el transcurrir de la eliminatoria, durante la cual nunca alcanzó el nivel mostrado por las generaciones que le antecedieron. Pero llega envalentonada pues, pese a saberse descalificada, ha logrado resultados notables en la recta final y viene de propinarle una soberana goleada a Ecuador, conjunto que ya aseguró su presencia en la cita mundialista. Las estadísticas nos indican claramente que Perú debería imponerse frente a los paraguayos en Lima sin mayor complicación. Sin embargo, los guaraníes no lucen la resignación de quienes saben que no tienen chance alguna y podrían dar el batacazo. La bicolor depende de sí misma y llega con grandes posibilidades de acceder al repechaje, pero una derrota podría significar la debacle absoluta si Chile o Colombia obtienen la victoria en sus respectivos encuentros.
En fin. Recién vamos por el tercer mes del año, pero nos deja definiciones de impacto antes de irse. Y, lo más probable, es que el suspenso se mantenga a lo largo del año en un país acostumbrado a la incertidumbre. Sea en la política o en el fútbol, vivir al límite es nuestra adicción. Una autodestructiva costumbre que nos define como nada ni nadie.