Jugaba con mi cuerpo a su antojo, parecía conocer exactamente mis fantasías, violentaba con fuerza mis deseos entre sonoros llantos y jadeos. Mis muslos se movían descontrolados, pero todo ese fuego se apagó, cuando sentí que alguien jalaba mis sábanas, era él, mi gato, con ese olor que, desgraciadamente, conozco de sobra.
Entre sábanas, con la luz apagada, la mente divaga y comienza una nueva vida en donde se liberan los deseos más profundos, los que, en general, las personas son incapaces de reconocer cuando están despiertas.
Revela algunos de nuestros deseos más ocultos. No es perversión si lo sabes aprovechar. ¿Alguna vez te has visualizado disfrutando de un momento de pasión con un extraño? No te preocupes, no estás sola.
Ella, yo, tu pareja, tu vecina, la cucufata del barrio y la amargada del trabajo. Todos alguna vez han soñado con sexo. Los sueños nos permiten explorar nuestras posibilidades menos pensadas y nos ofrecen el terreno para jugar. La situación más incómoda es abrir los ojos y que la persona que está a tu lado no es la misma que la de tu fantasía. Especialmente si hablas en sueños.
Lo que no podemos realizar en nuestra vida consciente podemos permitírnoslo en nuestros sueños, donde el inconsciente, la imaginación y las fantasías se despliegan a sus anchas.
Mientras dormimos, nuestra mente funciona de manera compleja. Deseos, anhelos, inseguridades o simples casualidades se cruzan y dan lugar a una variedad de sueños, entre románticos hasta peligrosos y de extraños a calientes (este último lo disfrutan más).
En los sueños no existen límites y podemos realizar todas nuestras fantasías, sin que esto signifique que tengamos que realizarlos al despegarnos de nuestras sábanas. Los sueños eróticos o calientes tienen vida propia y nos ofrecen un terreno ideal para jugar y perdamos en un mundo sorprendente.
El soñar posee dosis cargadas de deseo, en algunos casos son ocultos y en otros visibles. Todo sueño es verdad, ya que nuestra imaginación y nuestro inconsciente lo es y se transforma en real cuando lo integramos y lo hacemos propio.
En definitiva, que nuestros sueños contengan dosis de erotismo, es una práctica que lo vivimos solos y que lo disfrutamos con plenitud, pues nos aportan gran placer y conocimiento sobre nosotros mismos.
En el mundo de los sueños eróticos, ellas y ellos sueñan por igual y por su lado, nunca sueñan lo mismo. Las mujeres tienden a soñar con su pareja actual o con sus exs, mientras que los varones son más propensos a tener fantasías sexuales con personas imaginarias o famosas.
Solo nuestra cama conoce del deseo por no querer despertar de aquellos sueños que nos dejan exhaustas pero contentas. Y así, los hombres no se quedan atrás, pues tienen cuatro o cinco erecciones durante la noche mientras duermen, algunas de las cuales pueden llegar al clímax con una eyaculación, es decir, en sueños funcionan bien.
Entonces, una propuesta: ¿qué tal si le habilitamos una ruta, un camino, un atajo de entrada a nuestra cotidianeidad y comenzamos a hacer realidad nuestros sueños eróticos?
Lo que soñamos, imaginamos o fantaseamos nos habita, nos pertenece y lo más maravilloso es descubrirlo y practicarlo. Hay que seguir soñando, inyectándose todos los días dosis de fantasía para no morir de realidad.
Así que jóvenes del ayer y del hoy, recuerden: “La cama no es solo el lugar ideal para hacer el amor, sino también para soñarlo”…
Y tú…. ¿Dónde nos vemos hoy… en tus sueños o en los míos?