El remolino de violencia, corrupción y decadencia que hunde al barco de nuestra civilización, tiene su raíz en el materialismo por ignorancia espiritual, es decir, por la generalizada falta de sabiduría y de intelectualidad verdadera, favorecedora de visiones más amplias de la realidad.
Por ello, Fundaciones como la Magna Fraternitas Universalis, Institución Cultural Mundial, representan una verdadera esperanza para el mundo, gracias a sus magníficos y sabios programas permanentes de RE-educación pues, como bien lo señalan su Directora General Venerable Sat Arhat María Nilda Cerf Arbulú y el Inspector General Venerable Sat Arhat José Miguel Esborronda Andrade:
“ESTAS METODOLOGÍAS SUPERAN DOS DE LOS PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE NUESTRA ÉPOCA: LA SOLEDAD Y LA AUSENCIA DE SENTIDO DE VIDA.”
Estos problemas, y sus relativos como la violencia, corrupción, etc. están enraizados, según lo expresado, en la ignorancia o rechazo a la sabiduría de vida.
A ese respecto se expresaba el inspirador de esta fundación, Maestre Dr. Serge Raynaud de la Ferrière (@magnafraternitasuniversalis):
“SÍ, estamos en un recodo peligroso de la historia.”
“Si no tenemos más Iniciados, personas con los ojos abiertos, con deseo de cumplir una misión, que realicen [comprendan] que tienen una responsabilidad porque sienten el imperativo de hacer algo, entonces creo que sería el fin de la Humanidad. Pero tengo esperanzas, pues pienso que cada uno comprende la responsabilidad que tiene como ser humano en este momento particularmente critico de la civilización.”
“Es cierto que nuestra Misión demanda elementos valientes para implantar los nuevos principios que deben caracterizar la Nueva Era y QUE DIFÍCIL ES PASAR LA ÉPOCA NEGATIVA DE AUTOMATISMO MATERIALISTA a la transición momentánea que simboliza la aurora de la Edad Acuariana. Obstáculos y pruebas es todo lo que yo puedo profetizar en esto, pero dinamismo y sinceridad es lo que deseo…”
Y en otra oportunidad:
“Esperamos que el mundo comprenda por fin la Misión humana por la cual hemos hecho esta encarnación terrestre actual.”
“Es seguro que son numerosos los que aspiran al Gran Ideal y que están listos para participar en esta vanguardia acuariana, PERO LASTIMOSAMENTE PARECE QUE LA APATÍA ES UN SIGNO DE LOS TIEMPOS Y PRINCIPALMENTE EN LOS ASUNTOS ESPIRITUALES. ¡Qué bonito sería si todas las energías gastadas para los problemas de índole material fueran puestas a beneficio de la evolución espiritual de los pueblos!”
“Los tiempos han llegado es seguro, pero muchos son los que todavía están apegados a la materia y penosamente tienen miedo de buscar un poco más alto unas aspiraciones que podría sin embargo dar satisfacción a sus conceptos de hombres materiales.”
“No parecen comprender que no hay nada en realidad que abandonar y más todavía, yo sería partidario de dejar al mundo su progreso de confort y hasta lo que llamamos vicios (los pequeños vamos a decir…) si, por lo tanto, pudiera levantar sus ojos de vez en cuando a las alturas de la pureza, entendido antes que todo como VERDAD.”
“O sea, si pudiera haber un poco de sinceridad.”
“No importa entonces el dejarse vivir con las cosas a las que los humanos están acostumbrados, o sea, vivir en el mundo material y hasta aprovechando de los bienes de la tierra y de las satisfacciones de sus sentidos, si todavía fueran capaces de realizar que todo eso no tiene en fin importancia y así dedicar algunos momentos, de vez en cuando, a una sana meditación.”
Este materialismo pasivo y rutinario, sin espiritualidad verdadera o sabiduría de vida, que refiere el autor, dificulta enormemente REALIZAR este gran movimiento regenerador mundial.
Esta inactividad mental ya era señalada por sabios como Pushkin:
“En esa época, la vida, en la tierra de los señores de aldea, se deslizaba sin complicaciones, y cada noche, al acostarse, se santiguaban diciendo: «Un día más ha pasado; ¡Dios sea loado que haya sido así!». Es en esta atmósfera hecha de somnolencia, en que el corazón latía en ralentí, que Pushkin hace decir a una anciana y fiel sirvienta: «Desde lo alto nos ha sido dada la rutina, en lugar de la verdadera felicidad…»
“Esa soberana rutina, que se apoya en la religión, daba entonces una gran estabilidad tanto a las familias de los campesinos como a las de los señores: las primeras aportaban de generación en generación los domésticos y las nodrizas que devenían verdaderos miembros de las segundas, y todo transcurría así en su ritmo cotidiano, hoy como ayer y mañana como hoy… Sin embargo, no hay lugar para idealizar ese pasado (…) sin objetivos ni razón precisa fuera de los mandamientos terminantes de los usos y costumbres.”
A pesar de todo, la necesidad de felicidad no solo subsiste y se expresa violentamente, como lo dijimos, sino que también presiona a los humanos, privados de la solución pasiva que le ofrece la costumbre, a buscar otras, infinitamente más dinámicas, incluso explosivas, cuyo carácter está de acuerdo con la aceleración general del ritmo de vida en el mundo de las influencias básicas y como la felicidad es imposible de encontrar en éste, se cae en su efímero sucedáneo, dicho de otra manera: el placer en todas sus formas; cuanto más violento sea éste —algo que se le reclama actualmente— y más fácil de alcanzar —lo que el progreso permite de manera creciente— menos dura. TAMBIÉN ESPERAMOS DE ESTA ÉPOCA QUE LOS ELEMENTOS DE LAS CAPAS SANAS DE LA JUVENTUD RECLAMEN QUE SE LES MUESTREN CAMINOS QUE CONDUZCAN A SATISFACCIONES AUTÉNTICAS Y DURADERAS.”