29.8 C
Tarapoto
domingo, abril 28, 2024

La fachada de nuestra burguesía

Al unísono, los gremios empresariales asomaron esta semana muy preocupados debido al ruido político generado por las fricciones entre el Ejecutivo y el Congreso. Voz alzada que contrasta con su silencio respecto del buen porvenir de las urgentes reformas institucionales que están detrás de tales escaramuzas.

Ya cruje el statu quo. No da para más. La tarea de emprender reformas en materia judicial y política correspondía a la transición estrenada el 2000, luego de la implosión del fujimorismo. A despecho de ello, Toledo, García, Humala o PPK no se tomaron el trabajo siquiera de pensar en el tema.

Ha tenido que venir un político más o menos mediocre como Vizcarra, pero con la ventaja de ser excéntrico al establishment, para atreverse, más por intuición que por convicción, a dar los primeros pasos en ese propósito.

Cabe preguntarles a nuestros preclaros dirigentes de la gran empresa si acaso creen que derrotar a todo un establishment que ha lucrado de un orden judicial, político y empresarial corrupto no va a generar turbulencias y bulla.

Es decepcionante nuestra clase empresarial. Ni siquiera ha sido capaz de formular una ruta de profundización y extensión de la economía de mercado, una reforma también pendiente luego de los 90. Y, no obstante ser la madre del cordero, queda claro que el tema político y judicial le tiene sin mayor cuidado.

Cuando se trata de sacar adelante un proyecto minero allí sí son los empresarios los primeros en reclamar mano dura e intransigencia aun a costa de muertes y daños materiales. En tal circunstancia no les importa el ruido y más bien les irrita que alguien pida tranquilidad y diálogo (que en tales casos, además, sí corresponde, porque estamos ante derechos y expectativas que colisionan, no ante núcleos mafiosos que se resisten al cambio).

El nudo corrupto y mercantilista que ha funcionado alrededor de arbitrajes, licitaciones, contratos, iniciativas público-privadas, proyectos de envergadura, adendas y reclamos, ha prosperado gracias a una claque judicial y política que se ha retroalimentado de esa corrupción.

Los propios empresarios deberían ser los primeros en denunciar ese estado de cosas, que en materia de institucionalidad económica ha permitido la prosperidad de empresas corruptas en desmedro de las que no se prestaron al juego.

De una manera u otra, la mayoría de empresarios parece sentirse parte de algún “club”, como el de la construcción y por eso no les escandaliza lo descubierto estos meses. Parece primar así cierto espíritu de cuerpo.

No se recuerda algún pronunciamiento enérgico de la Confiep, Sociedad Nacional de Industrias, Cámara de Comercio de Lima, AFIN o demás pares, en favor de la lucha anticorrupción, o de las reformas judicial y política. En el Perú, a diferencia del orden liberal planetario, el gran capital funciona como baluarte de la retaguardia y no como fuerza de cambio.

La reacción de nuestros empresarios, hipersensibles porque un gobierno se haya animado a cortar de raíz esa hidra tenebrosa que se ha enseñoreado sobre nuestra política y economía en las últimas décadas, ha sido penosa. Revela que la modernidad global de nuestra burguesía nativa es tan consistente como una fachada de Telesup.

La del estribo: felicitaciones al festival Sala de Parto, laboratorio de dramaturgia peruana organizado por Teatro La Plaza, que este año nos mostrará ocho obras de estreno en diversas salas de la capital. Y a los amigos de La Mula por su apoyo. A estar atentos con la programación.

 

Artículos relacionados

Mantente Conectado

34,541FansMe gusta
275SeguidoresSeguir
1,851SeguidoresSeguir

Últimos artículos