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viernes, mayo 3, 2024

Ciudadanos de valor: ¿usted lo es?

Por los cargos que ocupé en mis cuarenta años de funcionario público (aunque decirlo sea una redundancia) he conocido personas cuyas actitudes han enriquecido mi vida y los guardo en un registro. Me entrevisté con personas de todos los niveles sociales: desde el más humilde, hasta los más encumbrados y poderosos y, como se dice: “de toda clase de gente encontramos en la villa del Señor”. Y en todas las situaciones me encontré en esos lugares comunes, sacando una conclusión cierta y valedera: el dinero y la posición socioeconómica no hacen a las personas porque las personas ya nacen con su carga genética que les hará o ser unas personas fantásticas y extraordinarias o unos grandísimos miserables. Y el valor supremo siempre será la autenticidad.

Sobre el tema de la autenticidad siempre reitero en mis artículos, y no me canso de mencionar a Eric Hoffer, quien fuera un estibador californiano (LIFE, junio 1967), que solía citar a Tolstoi, cuando decía que “el valor de cada uno reside en ser lo que es”. Se le cita su frase: “Nadie me deja boquiabierto. Los grandes y los pequeños son iguales para mí”. Porque la esencia de la vida reside en ser tan natural y espontaneo y amigo de todos y del mundo. Y esa realidad se cumple cuando visitamos los pueblos y nos encontramos con personas amigables y a quienes quisiéramos reconocerlos porque son esos ciudadanos de valor que ennoblecen con su presencia. El sábado pasado, por ejemplo, me encontré con varios de ellos en Chazuta y es cuando el pasado vuelve al presente y descubrimos que, pese a todo, el mundo siempre será posible.

He dictado cursos de relaciones humanas en varias instituciones y pongo ejemplos de mi propia experiencia. Me decidí a dictar esos cursos breves motivado por esas personas sencillas que jamás necesitaron de un curso para mejorar sus actitudes porque nacieron ya siendo personas imprescindibles. He conocido a altos funcionarios que en las reuniones con el personal de sus instituciones dicen practicar la política de puertas abiertas, pero que jamás disponen de tiempo para recibirlos. He visto a ex directores que regresan a las oficinas en donde fueron jefes y nadie los recibe con un saludo, a pesar que intentan llegar con campechanerías y es cuando nos dan pena. Es que no supieron sembrar porque, como dicen, casi siempre el cargo les quedó grande. No dejaron ninguna huella.

Los ciudadanos de valor no precisan de títulos; ellos valen por sí mismos. Los ciudadanos de valor tienen miras altas y no se dedican a agradar al poder político. Los ciudadanos de valor son los paradigmas que harán la revolución y no solo se preocuparán de ser cumplidores de normas y procedimientos. Los ciudadanos de valor serán buenos y extraordinarios políticos. Los ciudadanos de valor salen de la rutina y rompen esquemas y son fortaleza de las gestiones a quienes representan. Los ciudadanos de valor saben reconocer los méritos de la gente. Los ciudadanos de valor miran más allá de la montaña. Los ciudadanos de valor piensan en la felicidad de la gente. Los ciudadanos de valor no viven tocando la quena y vendiendo promesas. Los ciudadanos de valor propiciarán el cambio. [Comunicando Bosque y Cultura].

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