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sábado, abril 27, 2024

El doble discurso como pan de cada día

Cuando en un partido de futbol tu equipo favorito se encuentra bajo un ataque intenso del rival, y uno de los defensas patea la pelota fuera del campo en una acción desesperada para evitar el gol contrario, solemos aplaudir y alegrarnos, sentir tranquilidad y gozo. Pero si la misma situación se presenta en el arco rival, nos enfurecemos, empieza la silbatina y le decimos de todo al defensa rival. Pues eso es lo que ocurre en todos los ámbitos de la sociedad y se presenta con mayor notoriedad en épocas de convulsión política. Es difícil ser coherente en estos tiempos ya que todos tenemos sesgos y la reflexión sensata escasea en nuestras opiniones.

Pero hay algunos ejemplos que clarifican situaciones donde el doble discurso es escandaloso. Ejemplos tenemos de sobra en nuestra agitada coyuntura. Recientemente fue el caso de la congresista elegida por el partido Avanza País, Adriana Tudela. Ella manifestaba en campaña que estaba de acuerdo en que en el Perú sean los privados quienes vendan las vacunas (Se sabe hasta el cansancio que las farmacéuticas solo negocian con Estados), pero ahora que se ha visto sorprendida en Miami ha dicho: “No me he vacunado. Pero de ser posible lo haré.”. Ella puede haber llegado a Miami con sus recursos o nadando si quieren, pero la vacuna allá la pone el Estado. Ella pretende que nosotros acá compitamos a muerte por una vacuna mientras a ella la vacuna el gobierno norteamericano.

Solo imaginemos que en vez de una peruana sería una venezolana la que busque vacunarse, y el país no sea

EE.UU. sino el Perú. Solo nos faltaría querer colgarla por semejante atrevimiento.

Otro caso común es el indignarnos selectivamente por la corrupción. La gente en redes descarga su furia de esta manera: “No queremos a corruptos como Toledo, Humala, PPK, Villarán y Vizcarra”. Está bien, son corruptos, nadie lo niega. Pero acaso no lo fueron Alan y Fujimori? El sesgo es grotesco y si es que vamos a indignarnos por la corrupción pues hagámoslo por todos. Aquí no hay que este robó menos que el otro. No se puede ser selectivo en nuestras apreciaciones, porque nos restamos seriedad.

Y para terminar, se ha venido compartiendo la idea de que el Estado no debe brindar ayudas a los más necesitados ya que la persona debe “superarse para salir adelante y no esperar nada de los gobiernos ya que eso solo llevaría a formar una nación de holgazanes”. Este argumento hace agua por todos lados. Todos nos hemos visto beneficiados en algún momento por lo que hizo el Estado. Tarapoto no se desarrolló únicamente por méritos individuales, influyeron una serie de decisiones políticas que permitieron a muchas personas salir del subdesarrollo en que se encontraban. El “esfuerzo” y el “trabajar más” que muchos reclaman a los más humildes es el mirar por sobre el hombro al que no tuvo las condiciones ni los apoyos necesarios que muchos de nosotros hemos tenido. No se puede tirar la escalera del desarrollo cuando nosotros ya hemos subido. Como dice el economista Hugo Ñopo (no es comunista por si acaso): “El predictor más importante del éxito educativo y laboral de las personas es la riqueza de los padres. Pontificar ignorando eso es insultante”. (COMUNICANDO BOSQUE Y CULTURA).

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