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sábado, mayo 4, 2024

No fue ni es un tabú

Por: Karina Roncal Alva

La concepción del sexo ha evolucionado a través del tiempo, cada ciudad, país y cultura lo ve y vive de manera extremadamente diferente.

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Pensar del Sexo en la Prehistoria, es remontarse a un hombre de las cavernas arrastrando de los pelos a una mujer, para luego tener sexo, algo que en realidad no resulta ser algo muy erótico, a no ser que nos gusten los juegos sadomasoquistas. No es que nuestros ancestros hayan tenido fantasías eróticas un tanto sadomasoquistas, simplemente en el contexto y en su cultura se trataba de tener  un sexo más salvaje, pero en su sentido más literal.

Todos hemos evolucionado, y básicamente lo que ocurre es que al igual que ha evolucionado nuestra forma de comer, de vestirnos, o de manifestarnos a través el arte, también ha evolucionado nuestra forma de concebir el sexo. Y por lo tanto, la manera de erotizarnos y excitarnos ha cambiado a lo largo del tiempo y cada cultura lo ve y lo vive de diferentes maneras.

“El deseo sexual surge del cuerpo, la mente interpreta lo que la sociedad acepta  lo que no, y el resto de las señales son editadas por nuestra cultura”- David Buss, autor de “La evolución del Deseo”, explícitamente el autor quiere decir que el ser humano es el único animal erótico y lo que nos excita y la forma que adquiere nuestra sexualidad están moldeadas por nuestra propia cultura.

A. Rampolla nos  describe que la  expresión de la sexualidad es tan variada como las diferentes culturas que hay y hubo a lo largo de la historia, sin duda la más conocida es la que se desarrolló en la India Antigua, y que quedó plasmada en el mítico libro del Kamasutra, obra que hoy en día se lee y practica. Su sola mención nos trae imágenes de fabulosas y difíciles posturas, dignas de un yogui. Pero este libro es mucho más que una mera descripción de posiciones sexuales, es una verdadera guía del amor erótico del Siglo III.

Y hay más, las culturas precolombinas también nos dejaron testimonios de sus prácticas sexuales. En nuestro país la expresión de los mochicas, se ve representado en huacos (vasijas) eróticos diferentes posturas y actos sexuales; masturbaciones, sexo vaginal y anal, felaciones y relaciones homosexuales. Según los antropólogos, no debemos ver en ellos una muestra de pornografía pre hispana, pues para estos pueblos no eran más que representaciones de su cotidianidad. Aunque, no sería nada extraño que estas pequeñas esculturas pudiesen estimular las fantasías y el deseo de nuestros ancestros.

Cada sociedad  viven su sexualidad  de manera distinta; y dentro de una misma sociedad, existen sub-culturas que se identifican con una manera particular de experimentar el sexo.

En países islámicos se practica legamente la poliginia (que es cuando un hombre tiene permitido tener varias esposas), y las mujeres aceptan naturalmente la presencia de las “otras”; lo que para la mayoría de las esposas occidentales sería causal de divorcio y denuncia de “bi-tri-tetra y más… gamia” y asesinato.

En algunos países africanos, esta práctica también es habitual. Mswati III, el actual rey de Suazilandia, un pequeño país del sur de ese continente, tiene más de una decena de esposas. En 2005 tomó a su décimo segunda esposa, a quien eligió entre más de 20 mil chicas semidesnudas que danzaron para él en la tradicional “Danza del Junco”, una festividad que se celebra anualmente, donde las jóvenes vírgenes bailan con sus pechos descubiertos para homenajear al monarca.

Mucho menos frecuente es la poliandra, por la que una mujer tiene más de un esposo. ¿Se da en la actualidad? Sí! En Nepal (el país donde se encuentra el Himalaya, la montaña más alta del mundo). Y al parecer, la razón es porque hay muchos más hombres que mujeres, debido a la terrible práctica de matar a las niñas cuando nacen, priorizando la descendencia masculina. Así que lamentablemente, esta práctica nada tiene que ver con la liberación femenina.

Dentro del mismo Occidente, se vive la sexualidad de maneras única: prácticas sexuales que consisten en atar de manera súper compleja a la pareja que hará las veces del “sometido”, sus practicantes  se visten, gesticulan y se aman disfrazados de animales,  tanto reales, mitológicos o bien, inspirados en los dibujos animados.  Hay de todo… Y la tecnología también ha abierto a nuevas formas de practicar el  sexo, que en el pasado eran impensables: sexo virtual;  vibradores con tecnología de la Nasa, muñecas que imitan a la perfección la figura y piel femeninas, etc.

El placer y el sexo en cada cultura es un universo extraño, fresco y libre. Mientras el cerebrito siga funcionando, no habrá límites para dar rienda suelta a nuestro Animal Erótico, por que el Sexo no fue ni es un TABÚ.

 

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