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viernes, mayo 3, 2024

Historias de Tarapoto, 3

El martes 12 de abril los Wiwaneros volvimos a visitarle a Luis Segundo Ramírez Vásquez, a quien en la ciudad de Tarapoto conocemos como “El Puma”. En esta oportunidad estuvimos Luis Alberto Tafur Ruíz, Galo Ponce Saavedra y el suscrito. Y en algún momento le preguntamos el origen del ´mote´ y descubrimos que la historia es graciosa, porque salió de la representación de la fábula “El puma y los cabritos”, estando en la secundaria, donde nuestro personaje representó el felino. Pero en la crónica de hoy queremos contarles otras historias.

Cierta noche, cuando el doctor Leonel Sánchez Flores, recién graduado se encontraba acompañado de El Puma, recibe una llamada de urgencia para atender a don Héctor Reátegui Sarmiento, un conocido ciudadano tarapotino. Ambos -era de madrugada– asisten al domicilio del paciente y después de unos minutos de haberle administrado unas inyecciones de penicilina, don Héctor, ya sintiéndose bien, le pregunta el costo de los honorarios y, tímidamente, el médico le dice: “Son treinta soles”, ante lo cual reacciona casi bruscamente don Héctor: ¡¿Treinta soles, Leonel?! Si cobras así, siempre vas a ser pobre. ¡Toma quinientos soles y no estés cobrando barato!”.

De la fértil memoria de El Puma se escapan anécdotas que fueron parte del humor de esta ciudad, que ha perdido su identidad. Tarapoto ya no es el de antes: una ciudad querendona con sus personajes típicos como el chambón huaiquino o el pendejerete de La Hoyada. Sin embargo, las ocurrencias que más trascendieron ocurrieron con esos

personajes que fueron parte del paisaje emocional, cuando en esta ciudad había parlantes apostados en muchos lugares estratégicos, colaboración de don Juan Pablo Mori, un emprendedor que vino desde la lejana Nauta a asentarse en esta pequeña urbe para hacer negocios, como lo hicieron otros que vinieron de Rioja y de otras partes del país. Tarapoto es, pues, hechura de los inmigrantes.

El doctor Leonel Sánchez Flores en 1968 se convierte en Rector de la Universidad Particular de San Martín. Invitado a una reunión en Juan Guerra, y siempre acompañado de El Puma, en la manifestación pública, en la Plaza de Armas del pueblo, queriendo lucirse, dice: “Pueblo de Juan Guerra, yo soy hijo de esta tierra feraz y mis hermanos son los ganaderos, los maiceros y los tabacaleros”. Pero no faltó un simplón que, desde la muchedumbre, gritó: ¡Mentiroso! ¡Tú eres cuñumbuquino!”

El Puma nos cuenta que, don Ulises Sarmiento Reátegui, casado con una bella dama de San José de Sisa, era un tipo ocurrente y de un sentido del humor que no tenía límites –para decirlo de manera elegante y amable–, y era amigo de Carlos Documet Reina, flamante Director de Caminos, en el primer gobierno del arquitecto Belaunde. Cierta tarde, Documet le encuentra a don Ulises y le dice: “Vamos a tomar un café en Lamas; te recojo en quince minutos”. Pasado ese tiempo, al momento de recogerle, se encuentra con un tipo uniformado de comando, con un fusil en banderola, un casco de guerra, un par de granadas alrededor de la cintura, y ante un sorprendido Documet, expresa: “No sé si te entendí mal. Creo que me dijiste que íbamos a tomar Lamas y para eso me he preparado”

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