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sábado, mayo 4, 2024

Yo estuve en el Paraíso Terrenal

De una manera bastante misteriosa hice un viaje al pasado y llegué al Paraíso Terrenal. En las orillas de un arroyo distinguí a una pareja totalmente desnuda que cruzaban miradas enternecedoras. Pude ver en el varón una constitución anatómica perfecta, y en ella, unas prominencias realmente agradables a la vista. Ambos parecían vivir en un mundo despreocupado y como si la eternidad les perteneciera.

Rodeados de un escenario idílico con un verdor donde abundaban las heliconias y las bubinzanas ella disfrutaba de la fragancia de una hibiscus y le dirigía miradas tiernas a él quien, retozando bajo unas pomarrosas, sonreía con candidez y pureza. La desnudez de sus cuerpos parecía no tener importancia para ellos. De repente él la llamó por su nombre: Eva; ella le contestó: Adán. Se tomaron de las manos y caminaban por las orillas del arroyo mientras a lo lejos se escuchaba el rugido de un otorongo. Si bien a mí me sobresaltó el rugido, a ellos, en cambio, les pareció natural y cotidiano. Poco tiempo después ocurriría lo inimaginable porque escuché como si algún cuerpo pesado agitara las ramas de un árbol. Distinguí, entonces, una enorme serpiente que, por sus movimientos sinuosos y nerviosos, parecía esperar algo; o a alguien.

Durante todo este tiempo procuraba que no me descubrieran. Y llegó el momento cuando Eva se acercó al árbol y la serpiente le insinuó sibilinamente: “Eva ¿por qué no disfrutan de sus cuerpos hermosos y no están perdiendo el tiempo solo mirándose? Ustedes fueron creados para ser los padres de la humanidad y las partes que tienen son precisamente para que les den uso”. Fue entonces que Eva se miró y al apreciar su cuerpo desde otra dimensión no le fue difícil convencer y persuadir a Adán que sería natural hacer lo que la serpiente les insinuara. Y lo hicieron.

Una hora después, cuando retozaban en las hierbas bajas se produjo un ruido atronador que como una ráfaga llegó hacia ellos y les increpó severamente: ¡Malditos: no debieron hacer lo que les tenía prohibido! Los designios para ustedes eran otros y acaban de destruir mis propósitos de paz y felicidad eterna para el mundo”. Adán y Eva parecían aterrorizados y fue cuando por primera vez repararon en sus desnudeces y se cubrieron sus sexos con las hojas más grandes que tenían a la mano. Pude ver sus rostros con expresiones de culpabilidad, mientras la serpiente reptaba silenciosamente y se alejaba. A partir de ese momento ya nada sería igual.

Y ocurrió que, mientras la pareja parecía reponerse de su especie de aturdimiento, al mirarla a ella me pareció voluptuosa y más encantadora y unas vibraciones de excitación recorrieron mi cuerpo. Adán reparó en los pechos y en otras partes del cuerpo de ella y sonrió libidinoso y complacido. Minutos después el Creador llegó nuevamente y se materializó en un ser barbado y serio y me llamó la atención al mirar su rostro en donde le sorprendí que miraba a Eva, desde sus pies hacia su rostro, con una expresión de lascivia que no pudo disimular. Entonces me dije que ni el mismísimo Dios es perfecto. (Comunicando bosque y cultura).

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