24.8 C
Tarapoto
lunes, abril 29, 2024

Shangri-La o un paraíso en la selva

Invitados por José Manuel Chong Velasco y familia, los Wiwaneros Ancestrales Luis Alberto Tafur Ruíz y su compañera Delsy Violeta Ramírez Rojas, Galo Ponce Saavedra y el infrascrito, visitamos el sábado 28 de enero pasado su predio campestre denominado Shangri-La, ubicado a la altura del kilómetro 43 de la carretera Tarapoto-Yurimaguas. Situado en un terreno agreste en las estribaciones de la Cordillera Escalera –una Área de Conservación Regional–, es realmente un paraíso y ¡se encuentra en venta! Llegar a Shangri-La es como repetir en vivo las escenas de la película “Horizontes Perdidos” que vimos en Lima, allá por el año de 1974 junto con mis primos López Arévalo y Arévalo Garazatúa. En esos años, todos los primos nos reuníamos y en un pelotón de casi treinta personas íbamos al cine, y saliendo de ver las películas asolábamos la pollería más cercana. Era, pues, una forma de vivir la vida. Gobernaba el país el general Juan Velasco Alvarado.

Fue una jornada sabatina maravillosa la visita a Shangri-La, que se estaba posponiendo por las circunstancias que tenemos los Wiwaneros y que hacen justicia al nombre que nos identifica, donde faltaron Herbert Hugo Arévalo Bartra, Rodolfo Rojas Vargas, Carlos Humberto del Águila Delgado, Ricardo Cruzalegui Bartra, Esau Hidalgo Murrieta, quienes no pudieron asistir porque –nos explicaron— los sábados wiwanean. Pero, como se dice: ¡ver para creer!

Al arribar a Shangri-La, por una pendiente de un tramo de no más de veinte metros, y contemplar el bosque circundante y casi escuchar el murmullo de las aguas del Caynarachi, es estar en el paraíso. La casa-vivienda, emplazada en una pequeña planicie y rodeada de un bosque invita a la paz y al sosiego como premio al disparate de soportar las angurrias del presidente Alberto Otárola, su adjunta Dina Boluarte, y a tantos indeseables. Dentro de la vivienda disfrutamos de la comodidad de estar al aire libre, brindar unas cervecitas mientras el anfitrión va –con su proverbial generosidad y habilidad– “moviendo la redonda” que, un par de horas después, se convierte en el almuerzo más delicioso de los que los Wiwaneros disfrutamos. Al estar en contacto con la naturaleza escuchando el trinar de los pipites y de un casi lejano Víctor Díaz y percibiendo el aroma del cocoroco lleva la emoción a límites y emociones superlativas.

El tramo de la carretera Tarapoto-Yurimaguas es todavía, por el momento, una de las más hermosas rutas del país. En efecto, recorrerla es casi repetir la ruta del Himalaya que nos lleva al mítico Shangri-La, pero que, en nuestro caso, sí se hace realidad porque, ya en el predio, la frescura del bosque y la caricia de una brisa del mediodía parecieran quitarnos los años que llevamos encima. Por ejemplo, Delsy Violeta en la hamaca parece la encarnación de la Odalisca, Luis Alberto dice sentirse más joven; Galo afirma que nunca se ha sentido más muchacho como en ese momento y a José Manuel lo vemos recontraagilito mientras prepara el mejunje; en mi caso, el reumatismo pareciera ceder a otras sensaciones más agradables. Todas esas impresiones debidas al aura mágica del Shangri-La, de la carretera Tarapoto-Yurimaguas. (Los Wiwaneros Ancestrales).

Artículos relacionados

Mantente Conectado

34,540FansMe gusta
275SeguidoresSeguir
1,851SeguidoresSeguir

Últimos artículos