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domingo, abril 28, 2024

Estero del río Mayo

Al sur de la localidad de Cuñunbuqui, aguas abajo, se encuentra el poblado de Estero, un sector bellísimo a orillas del río Mayo que todavía sigue siendo el emporio ganadero del valle y que diera origen a su marca “La cuenca lechera del río Mayo” y que se ha observado el sábado pasado cuando los motocarros llegaban desde esa zona trayendo la leche fresca en sus porongos de aluminio. Visitar Estero del río Mayo era un compromiso personal para deleitarnos del valle y volvernos a encontrar con las familias de los Trigozo, los Sánchez, los Alegría, principalmente, que dieron origen a este poblado que se formó, según referencias, antes que Cuñumbuqui.

La trocha carrozable que conduce a Estero serpentea a orillas de la margen derecha del río Mayo y a lo largo de su recorrido vemos los casi restos de otrora establos de ganado vacuno, a ambos lados del sendero, muchos de ellos cuya construcción fue financiado por el ex Banco Agrario del Perú, entidad de grata recordación en el valle. Es una emoción tremenda recorrer la zona, esta vez acompañado de mi amigo y ex promoción del colegio, Walter Arce Lazo, natural de Juan Guerra que, sin proponérselo, descubre a personas que resultaron siendo familiares de él. Y todo esto tiene su explicación.

Son cuatro kilómetros y algo más de un recorrido en un motocar que, a cada curva del trayecto nos va descubriendo emociones y esa sensación de alegría y admiración que nos despierta porque, como escribe Luis Salazar Orsi en su bello opúsculo “Por Estero y Cuñumbuque (sic)” (2004), es como sentirse más cerca del cielo a medida que se sigue el sendero. No conocer Estero no tiene perdón de Dios.

Mientras recorremos el camino acompañado por tramos por el ruido de las cashuras o correntadas del río Mayo que se presentan cada cierto trecho viendo pasturas de Brachiara brizantha, que ha reemplazado al pasto elefante, un estremecimiento nos invade por lo que vamos a encontrar esta mañana pues vuelvo a recorrerlo después de más de treinta años. Si bien es cierto que solo vemos purmas o vegetación secundaria no ha perdido su magia y encantamiento por el recuerdo de sus bellas mujeres que preparaban el queso más rico y sabroso de la Amazonía peruana. Y encontramos que Estero se ha despoblado y solo cuenta con no más de ocho casas. Visitamos a la señora Bertha Díaz Trigozo Vda. de Ilter Sánchez Flores; a doña Leopolvina Lozano Rabanal, que nos reciben con esa tradicional amabilidad esterina. Pero minutos después, en una jornada comunal y en la misma playa del río encontramos a Luisa Trigozo del Águila, bella como siempre y convertida ya en la sirena del río.

Tierra de los Alegría, Trigozo, Sánchez, Díaz, principalmente, Estero del Mayo es ese paraje escondido, como escribe Luis Salazar Orsi, y el estar ahí es descubrir un nuevo paraíso de donde han salido diosas y sus sirenas siguen caminando por su hermosa playa aunque corran el riesgo que se encuentren con un lascivo chullachaqui que se escape de Difuntillo o, de repente, salga del fundo Chimaichera para hacer de las suyas a orillas del Saladillo. Dios no lo permita. (Comunicando Bosque y Cultura).

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