Después de lo que ocurrió en el mes de diciembre de 1995, nada volvería a ser igual en el ex Fondo de Desarrollo Agrario de la Región San Martín. La primera semana de dicho mes se presentaron de manera imprevista en la sede de la entidad, la CPC. Isabel Cornejo Rojas, Directora General de Administración, y el Ing. Guillermo Ponce de León, Coordinador Nacional del Programa de Importación de Tractores, ambos del Ministerio de Agricultura. Cuando ellos llegaron de manera inopinada a la oficina del Fondeagro, me encontraba en Moyobamba.
Al llegar a Tarapoto, la funcionaria de Lima me conmina que les muestre los estados de las cuentas corrientes bancarias pues, según información que le llegó al ministro de Agricultura, doscientos mil dólares habían desaparecido. La Directora, exaltada y echando chispas, me advierte que el contador Juan Aranda Valverde les había tratado mal. “Vamos a trabajar toda la noche; así que prepare usted velas, lamparines, linternas, para el caso se produjera un apagón en la ciudad”, repetía la funcionaria que se mostraba enérgica, diferente a la actitud de esas reuniones de Lima. Los fondos a que hacían referencia eran parte de la cuenta Fondos Rotatorios, donde se centralizaban las recaudaciones de venta de maquinaria agrícola que se daban en la modalidad de préstamo a los agricultores y que, por iniciativa del Fondeagro –caso tractores agrícolas– la inicial era parte de un paquete accionario para formar el capital inicial de la Caja Rural de Ahorro y Crédito, ya desparecida.
¿Cómo le llegó al Ministro de Agricultura la información de que habían desaparecido 200 mil dólares de las cuentas del Fondeagro? ¿A quién le interesaba el descrédito de algunos funcionarios del Fondeagro, especialmente de mí, como Gerente? Eran directores de la entidad: Augusto Laínez Guerrero, Eduardo Pinedo del Águila, Roque Guevara Rodríguez, Darwin del Águila Solano, José Martínez Mogrovejo, los dos últimos representantes de la Caja Rural. Formaba parte del Directorio el abogado Ricardo Tello León, Fiscal de Prevención del Delito. Los funcionarios del Ministerio de Agricultura viendo que les sería imposible detectar algún mal manejo retornaron a Lima esa misma tarde; pero seguían exaltados.
Al día siguiente, nervioso, el ingeniero Lainez, presidente del directorio del Fondeagro, me comunica que el Ministro de Agricultura le había llamado al Econ. Héctor Valcárcel Toulier, presidente del Consejo Transitorio de Administración Regional, exigiéndole que, de manera inmediata, nos despidan del Fondeagro al contador y a mí. Días después Héctor Valcárcel convoca a una reunión urgente en Moyobamba al Directorio del Fondeagro y a mí, en mi condición de Gerente, en la sede del CTAR. Ahí se produce un gesto del que siempre le agradeceré a don Héctor. ¿Y dónde estaban los supuestos 200 mil dólares? El informante, ¿de cómo había dado una cifra de la supuesta “desaparición”? El informante, a pesar de su temeridad, ¿qué objetivos buscaba con esa falsedad? ¿Quién podría ser ese informante? Una historia de Sherlock Holmes y Hércules Poirot, juntos. (Comunicando Bosque y Cultura).