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lunes, abril 29, 2024

Pequeños avances, desmedido retroceso

En Argentina se cerró el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, así como el Ministerio de la Mujer, a pesar de que datos oficiales indican que cada 27 horas una mujer es agredida sexualmente y uno de cada tres argentinos se ha sentido discriminado alguna vez. En El Salvador se eliminó material sobre Educación Sexual Integral que permitía erradicar la violencia contra niñas y mujeres en un país que cuenta con una de las tasas más altas de violencia de género de la región, además de suprimir información sobre prevención de enfermedades de transmisión sexual y VIH.

Donald Trump, declarado culpable de agresión y violación sexual por un juzgado estadounidense, con constantes declaraciones misóginas, insultos y una larga lista de acusaciones de acoso podría ser nuevamente presidente de su país. Asimismo, Italia, Alemania, España y Francia cuentan con autoridades y grupos políticos que atentan contra “la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades de mujeres y hombres, niñas y niños”.

En el Perú, los delitos de violencia de género y los feminicidios se incrementaron el último año. Hace dos días, la Defensoría del Pueblo ha informado que “más de la mitad de las recomendaciones para mejorar la lucha contra la violencia hacia las mujeres muestra poco avance”, con ello no se logra un adecuado acceso al derecho de salud sexual y reproductiva; además de elevar la tasa de analfabetismo en las mujeres.

A pesar de todo este panorama, las voces de protesta con el fin de lograr una equidad de derechos y deberes para todos no es reciente. Hace más de cuatro mil años Enheduanna, la primera escritora conocida de la historia, además de elaborar singulares relatos como poemas sobre mitos y divinidades de Mesopotamia fue la primera en denunciar, de manera escrita, el acoso sexual que sufrió por parte del rey de Ur.

Del mismo modo, Olympe de Gouges redactó, en 1791, la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana que en su primer artículo recalca que “la mujer nace libre y goza igual que el hombre de los derechos” porque la Revolución Francesa no fue equitativa en reconocer los mismos beneficios de justicia, igualdad y libertad para el íntegro de la población.

El Día Internacional de la Mujer, que se conmemora el 8 de marzo, debe recordarnos que la “igualdad de género es un derecho humano fundamental para crear una sociedad sana en todos sus ámbitos, desde la reducción de la pobreza hasta la promoción en salud, educación, protección y bienestar de niñas y niños”, según proclamaron los líderes mundiales en el quinto Objetivo de Desarrollo Sostenible con la intención de “erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos” en el año 2030.

A pesar de dichos propósitos, según el Foro Económico Mundial faltan 131 años para alcanzar la paridad de género, no obstante, se vislumbran ciertos avances para cambiar patrones de pensamiento y comportamiento. Uno de ellos es el hallazgo, en una cueva en Ilave, Puno, del esqueleto de una mujer cazadora que vivió hace más de 9 mil años.

Este descubrimiento, junto a otros similares, conducen a estimar que entre un 30 y 50% de cazadores fueron mujeres en las sociedades de la prehistoria. Por consiguiente, se destierra la idea de la mujer-débil y el varón-cazador impulsor del desarrollo humano.

Razonamiento equivocado, como muchos otros, que promueven un predominio de lo masculino sobre lo femenino. En este punto cabe recordar las palabras de Angela Saini, periodista científica británica, “el enemigo no son los hombres, sino son los sistemas que privilegian a los hombres poderosos” en detrimento de niñas, mujeres y los demás seres humanos.

Que este día lleve a decir a las mujeres junto a la poeta Alejandra Pizarnik “el calor me abriga cuando el mundo me golpea… el calor de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y tierno corazón guerrero” y a todos nos conduzca a modificar pensamientos y prejuicios contra las mujeres, así como a reflexionar y actuar en la prevención de la violencia de género en familias, parejas, escuelas y centros laborales.

Oswaldo Díaz Chávez
Periodista y Docente de Literatura

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