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El proyecto sobre Unión Civil de personas del mismo sexo se archivó ayer en el Congreso. La Comisión de Justicia del Legislativo, por mayoría, negó la posibilidad de igualar derechos de heterosexuales y homosexuales con argumentos fanáticos y basados en la religión.

Ante esto el abogado y bloguero Alberto de Belaunde esgrime cuatro claves para entender mejor por qué el proyecto no prosperó en el Congreso.

Sostiene el abogado de la PUCP en su página de Facebook:

Como bien señaló el congresista Mulder, es absolutamente atípico que el presidente de la Comisión (JC Eguren) haya votado en contra de un predictamen hecho por su equipo técnico. A esto hay que sumarle que el propio Eguren ha reconocido que la propuesta es constitucional y legal.

Llama también la atención que los cuatro congresistas nacionalistas hayan votado en contra cuando el Poder Ejecutivo se ha mostrado a favor a través del informe del Ministerio de Justicia. ¿El oficialismo votando en contra de la posición del gobierno?

Destacable la actuación de Mauricio Mulder (Apra), Cecilia Chacón (fujimorismo) y Veronika Mendoza (izquierda). Los tres con posiciones políticas distintas pero con argumentos legales y conceptuales bastante claros a favor de la unión civil.

Preocupa que varios congresistas hayan justificado su voto en contra en argumentos religiosos o con una dudosa base legal e interpretación jurídica. Quedará registro de ello para la historia.

Estamos intentando entender qué salió mal ayer

Quizás sea bueno empezar leyendo a Pablo Secada para decir, por enésima vez, que el Perú es un país donde la ley es un papel, y que no es necesario tomarla en cuenta para decidir sobre la protección de derechos fundamentales. Los que deciden son otros.

La decisión de ayer prueba varias cosas. Primero, no somos un Estado laico. Segundo, quienes dirigen la Iglesia, políticamente digamos, no están a la altura de las circunstancias ni el debate o adoptan la posición más cómoda. Son populistas eclesiales, digamos. Tercero, no vivimos una democracia, al menos no según una de sus definiciones: la de proteger a las minorías. Esta es otra minoría a la que no protegemos. Al menos nos da vergüenza exteriorizar nuestra discriminación a las otras. Acá no. Entre personas mayores o conservadoras, la palabra que usó el Arzobispo de Chimbote sería una gentileza. A más subida de tono sea la palabra, más ellos y nosotros serenos. Más machos los nosotros, claro está. Ni juntos ni, menos, revueltos.

Eduardo Villanueva justamente nos recuerda por qué es importante alejar nuestra ley de la religión y de qué se trata realmente la construcción de una sociedad:

La ley natural. Esa es la razón, para muchos, por la que hay que condenar a los homosexuales. El problema es que la ley natural no es parte de la legislación peruana, porque esta es una república liberal que se rige por el principio de que la persona es el fin supremo de la sociedad. No la religión, no las creencias, sino la persona. Otros tienen derecho a ser creyentes, pero no tiene derecho a obligarme a creer lo que sea, y eso incluye la noción de ley natural, que un mínimo de conocimiento histórico demuestra que jamás ha incluido el tabú de la homosexualidad en los términos que las iglesias cristianas quieren plantear ahora.

Esta separación es importante, sobre todo cuando en un país como el nuestro existe una doble cara, una nada sutil hipocresía por parte de líderes religiosos que están lejos de predicar un amor real. Precisamente es Luis Davelouis quien también tiene un problema con las condicionales del respeto:

Quizá, por ejemplo, para los congresistas Tubino, Eguren y Rosas, los homosexuales no son personas como todos y por eso no hay mal en que el Estado y la sociedad los discriminen un poco. ¿Por qué? Porque “amenazan” a “la familia”, a “los niños” y ofenden a “Dios”, como asegura el cardenal. ¿Y no se les ha ocurrido a Cipriani y a los congresistas que votaron en contra de la unión civil que la familia, los niños y Dios están más amenazados por los curas pedófilos que por homosexuales que solo quieren tener una hipoteca en pareja? Si la sodomía es lo que le preocupa, en el segundo caso al menos es consensuada. Para violar y discriminar sin inmutarse hay que despojar de su humanidad a los objetos para no sentir identificación ni empatía. Nada menos que eso.

Por eso, hijo mío, Dios te ama, pero con algunas condiciones: no puedes ser musulmán ni judío del medioevo, de ninguna manera puedes ser ateo y nunca, pero nunca, puedes ser marica.

Para todo lo demás, está el oscurito del confesionario.