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domingo, abril 28, 2024

¿Te casas conmigo?

01

Un beso a medias. Varias tentaciones en que caer. Uno o dos amores que se quedaron en las escaleras. Un viaje inesperado. Uno y mil orgasmos… Inicia el conteo de este nuevo año.

Pasión, locura, amor, páginas de libros rotas, historias escritas en papeles extraviados.Estas fechas me han vuelto sensible a ciertos temas con gran carga emocional. ¿Casarme? La respuesta es difícil, no es que sea negativa, una porque sé que ciertas cosas no se darán, y dos, porque no me gusta ver miradas que rehuyen a respuestas que conllevan a sueños rotos. Simplemente me volví una canalla a puertas del nuevo año 2016.

La leyenda urbana cuenta que los hombres apenas escuchan la palabrita compromiso salen volando a velocidad “patitas para qué las quiero”. Yo también creía eso de los habitantes del “reino de la testosterona”, pero, ahora que me encuentro en una posición muy diferente, solo me queda preguntarme: ¿Solo los hombres caen en el saco de tan popular cliché?, ¿quién dijo que el terror a comprometerse en una relación era propiedad exclusiva del género masculino? …
Sin duda ellos tienen temor al compromiso. No me refiero a esos “comodones” que quieren vivir por siempre jamás en casa de sus papis, para pasar a vivir cuando “sienten cabeza” con su segunda mami (su querida novia, futura esposa), o los que creen que las épocas del colegio o la universidad no han terminado y no les da la gana de dejar de ser los eternos adolescentes.

Son esas escurridizas y egoístas criaturitas a las que no hay quién les eche el lazo, a los “machitos por siempre” y hasta que una enamorada desesperada los separe de su soltería, a los inconquistables, a esos “guapos indomables”, que, por lo general, de interesantes no tienen nada; su valor es el que les adjudica la sociedad machista y es reforzado por mujeres enloquecidas por conseguir buenos partidos para futuros esposos y padres de familia. Ellos, los que le hacen mala fama al resto, son los que piensan que madurar los hará aburridos, los que sienten que tener una novia los va a convertir en babosos de corbata y caras de tonto, incapaces de volver a divertirse. Los que se ven a sí mismos emparejados como fantasmales sacos largos resignados a vivir con una sola mujer a la que le faltan pocos años para dejar de ser rica y convertirse en una bruja que da órdenes.

Para mi mala suerte, conozco varios de esos y ¡ojo!, no solo son chibolos, sino mayores que yo.

¿Dónde se quedó esa fanática del club de Facebook “Nunca es poco todo lo que se puede hacer por amor, hazte fan”? Por último, ¿dónde está la niña que cerraba los ojos para imaginarse en los brazos de esos jóvenes atormentados por amores imposibles? En resumen, ¿dónde está mi “Candy, Candy” interior?
Por rajar tanto de ellos, “la boca se me hizo chicharrón”. Al sentir los síntomas del matrimonio de los que renegué tantas veces, los que puteé más de una vez y los que adjudiqué a esos malos de la película que tanto les costó comprometerse en una relación conmigo y a los que no lo hicieron nunca, ahora resulta que ahora soy una de ellos, me convertí de la noche a la mañana en una especie de travesti emocional que tiene miedo al matrimonio.

No quiero dejar que las olas del romance se lleven el castillo que yo misma hice en mi playa personal. Mi soledad. Pero no una soledad dolorosa; ni condena, ni tortura.

Como toda olla de presión a punto de explotar siempre ocurre algo que nos hace darnos de cara con la realidad. No era que me estuviese convirtiendo en hombre y al día siguiente amanecería con músculos y el bigote a lo Pancho Villa, lo que no estaba haciendo era darle pase para entrar a mi vida a esa posibilidad de vida de a dos “ matrimonio”. Tenía miedo de soñar y luego caer estampada al piso, sin tregua a salir viva.

Lo cierto es que vivimos en mundos de a tres, de “ampays mi amor”, de pasiones fingidas, besos por compromiso y matrimonios sólo por contratos.

Lo sé, es tranca, nunca pensé que tanta espera me hiciera ponerme los pelos de punta. Pero si esperé tanto, creo que vale la pena dejarme de tantas cojudeces y de tirarme a la piscina…. y de paso lucir el hilo dental rojo para esperar el 2016 con una pregunta ¿ Te casas conmigo?

Señores y señoras del hoy y del ayer FELIZ AÑO….

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