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Me parece interesante compartir un acontecimiento que, merecidamente es un reconocimiento a todos los chacareros, agricultores que dedican todo su esfuerzo a brindar de alimento, para cubrir las necesidades de las poblaciones. En su 68º período de sesiones, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el año 2016 “Año Internacional de las Legumbres” (A/RES/68/231). Se ha designado a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para que facilite la celebración del Año en colaboración con los gobiernos, las organizaciones pertinentes, las organizaciones no gubernamentales y las demás instancias pertinentes.

El “Año Internacional de las Legumbres 2016” se propone sensibilizar a la opinión pública sobre las ventajas nutricionales de las legumbres como parte de una producción de alimentos sostenible encaminada a lograr la seguridad alimentaria y la nutrición. El año brindará una oportunidad única de fomentar conexiones a lo largo de toda la cadena alimentaria para aprovechar mejor las proteínas derivadas de las legumbres, incrementar la producción mundial de legumbres, utilizar de manera más apropiada la rotación de cultivos y hacer frente a los retos que existen en el comercio de legumbres. En la Región San Martín, nuestros chacareros, hace muchos años que viene brindando respuestas autónomas, mayormente desconocidas, pero que evidencian que sus prácticas ancestrales hacen frente a los problemas generados por la densificación demográfica, la degradación ambiental y la pérdida de rentabilidad de los cultivos comerciales tradicionales, como lo vienen haciendo por varias décadas, el maíz y arroz. Aunque algunos foráneos no lo quieran asumir. En este caso, las legumbres – “semillas secas, limpias, sanas y separadas de la vaina, procedentes de plantas de la familia de las leguminosas”- , o como se les llama en nuestro medio: “las semillas”, preferentemente son frescas, tienen una riqueza filogenética- sobre todo en la Cuenca del Río Mayo-que merece ser impulsada y fortalecida; y no subvaluarlas como hace un grupo de tecnócratas del mundo oficial, que nunca salen al campo, entornillándose en sus asientos. Por estas consideraciones, hay que impulsar nuevamente las ferias comunales de semillas. Desde este espacio periodístico, quiero hacer un reconocimiento a la labor del Ing. Rider Panduro y a CEDISA, por potenciar desde su trabajo en las comunidades de Maceda, Santa Ana, San Antonio y Las Flores, la producción campesina diversificada y sustentable. Los expertos recomiendan volver a las crianzas de semillas, sobre todo en los bosques tropicales húmedos, como los de la Región San Martín- por su diversidad natural- que es por definición estable, sostenible y compatible- buscando su integración y sintonización con el cuidado del medio ambiente; y recuperar, vigorizar y difundir el sistema ancestral chacra-huerto (bastión de la resistencia campesina contra la reducción de la biodiversidad, según Mario Arévalo Rivera).

“Una de cada nueve personas en el planeta –sostiene la FAO– no tienen alimentos suficientes para llevar a cabo una vida activa, sana y productiva. Es algo inaceptable”. El año 2015 marcó el final del periodo de seguimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Y en este 2016, los Objetivos de Desarrollo Sostenible suponen un compromiso mundial que apunta más allá de la reducción del hambre, pretendiendo a cambio su total erradicación, según el director general de este organismo de la ONU. “Si todos ponemos de nuestra parte, podemos conseguir el hambre cero en el curso de nuestras vidas. Juntos podemos convertir esta visión en realidad”, añadió.

Recuerdo esos años setentas cuando se vendía las semillas en la vereda sobre manteles limpios, frente al local de la Municipalidad de Tarapoto; y comprando su “puspoporoto” a don Víctor del Águila; y sus “habitas” a don Salomón Yengle (ambos ex alcaldes de esta hermosa ciudad).