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viernes, mayo 3, 2024

Hombre cobarde

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La justicia deja libre al hombre cobarde que propina patadas, puñetes y jala de los cabellos a una mujer. Los videos no son evidencias, los moretones de los ojos tampoco; quizá se espera la muerte para castigar al insolente. No, la muerte de una famosa cantante, a manos de su hombre amante, hasta carece de eficacia en ésta rara justicia.

¿Por qué aquel endeble valiente, no busca otro hombre como oponente? ¿Cómo pueden toscas manos varoniles, hechas para acariciar esculturas femeninas, asestarlas duros golpes?

No son pocos los hombres cobardes que ocupan espacios en la tierra, que respiran el reducido oxígeno que aún queda. ¿Cómo podría la autoridad hacerlos conocer que la mujer es mujer y el varón es varón? Si quizá, por la influencia de alguna hormona plumífera, el hombre experimenta la eclosión de furtivas nuevas fuerzas, entonces tiene la libertad de expresar aquellas, en múltiples actividades deportivas; en último caso, en esporádicos encuentros pugilísticos, pero, con otro hombre y en similares condiciones.

Pues, últimamente, otros llamados hombres, muestran sus también gigantescas cobardías, enfrentándose a sus congéneres con armas. ¡Hombre cobarde! Vuestro enemigo no está en él, peor en ella; vuestro enemigo está en ti, en tu interior. Es del hombre valiente, reconocer su error ferviente.

¡Qué vergüenza! del hombre cobarde, mirar a ella, después de caer en vil bajeza, de golpearla con dureza. ¡Qué vergüenza! del hombre cobarde, carecer de fuerza para dominar su negativo carácter. ¡Qué vergüenza! del hombre cobarde, expresar abiertamente su debilidad, golpeando fieramente una dulce feminidad.

En el lejano horizonte retrospectivo, cuando humanos semidesnudos, vivían en cuevas deshabitadas, para defenderse de fieras y de guerras, las bellas reinas cuidaban los hijos y conocían los detalles de oblongas cuevas.

¿El hombre? El fornido macho se enfrentaba a las bestias; proveía de flores, frutos, raíces, hojas, aves, cuadrúpedos, insectos, peces para la alimentación de su prole; también de medicinas y calor. Estas provisiones las obtenía de diferentes lugares, dentro la jungla inhabitada y hasta inhóspita.

La fuerza para el hombre era necesaria. Mientras la mujer con su delicadeza acurrucaba a los hijos en el aposento de su cueva, el hombre fuerte protegía al grupo en las afueras. Desde entonces, hay sincronía entre la belleza débil con la ruda fortaleza. Ésta coincidencia natural es aplicada a la perpetuación de la especie humana, a garantizar la seguridad de la familia, a la formación de la continua generación.

Por eso, resulta abrupta la conducta de aquel hombre cobarde, que en vez de cumplir con mandatos naturales de preservar la continuidad de las vidas humanas, emplea sus recursos en acciones que le desdibujan de cuerpo entero como hombre de verdad. Sin embargo, no es tarde para quien se arrepiente de fe.

El hombre puede cambiar, convertirse en un ser de bien, no solo dejando de agredir durante el resto de su vida a una mujer, sino ir por el mundo, enseñando a los demás hombres cobardes, a dejar de serlo, porque las mujeres quieren como pareja, a hombres de verdad. Hay un solo camino para lograrlo, es el sendero de Dios, es dejarse embriagar de su inmenso amor., de su infinita misericordia.

Hay necesidad de re construir la familia con hombres que aman a sus mujeres, que expresen inmenso amor por sus hijos. Dejad el negativo hombre cobarde de ayer, para convertirse en positivo hombre de hoy, y no depende de nadie más que del mismo convertible hombre cobarde.

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