Hace cinco años cuando empezó a tomar fuerza la idea de trasvasar (trasladar) las aguas del río Marañón y Huallaga hacia la cuenca del río Santa en la costa del país, muchos de nosotros que vivimos en el área de influencia de estos ríos nos vimos contrariados.
No era para menos, pues el proyecto significaba en términos sencillos desviar una buena parte del agua de ambos ríos hacia un cauce que lo traslade con fines hidroenergéticos y agrícolas hasta los valles de la zona norte del Perú.
Las voces de protesta se dejaron sentir en distintos lugares de nuestra Amazonía, hubo movilizaciones y marchas en ciudades como Iquitos, Yurimaguas y Juanjuí, en esta última tuve el honor de presidir el comité de lucha sobre la base de diversas organizaciones sociales.
Al final el gobierno derogó la polémica ley 27960 o “ley corina” por la fuerte presión social, y en vez de eso, ganó mayor presencia la ley del derecho a consulta previa. Los acontecimientos no fueron cubiertos por la prensa nacional con la magnitud que se merecía; sin embargo, fortaleció el espíritu combativo del poblador de la selva en defensa de los recursos naturales y de su propia identidad.
El asunto del trasvase trató de sostenerse sobre la base de un supuesto interés nacional y necesidad pública, pero pasaron por alto nuestros legisladores que en regiones enteras de la Amazonía como en San Martín el abastecimiento de agua hacia los domicilios es una enorme necesidad aún no resuelta, debiendo más bien este hecho ser uno de auténtico interés regional y nacional; y es que uno de los problemas del Perú republicano y que tiene que ver con leyes como la derogada, es la visión centralista y feudal del país, de ahí que leyes promulgadas de espaldas a la realidad terminan siendo en muchos casos perjudiciales socialmente y hasta atentatorias contra nuestros ecosistemas.
La Ley Corina pretendía en buena cuenta potenciar la agricultura en zonas poco productivas o desérticas de la costa, pero al mismo tiempo representaba la confirmación de que hemos decidido ser un país andino que mira hacia el pacífico, antes que ser un país amazónico que explota equilibradamente sus recursos, a pesar de que el 70% del territorio patrio está compuesto por la basta Amazonía; de ahí que no sorprende que se nos ha visto con frecuencia únicamente como la despensa del Perú centralista.
A 5 años de aquellas movilizaciones populares, mi reafirmación como ciudadano sanmartinense en la defensa de nuestros intereses sigue siendo la misma. Ojalá no vuelvan a promulgarse más “leyes corinas”, pues lo que el Perú realmente necesita es que nuestros congresistas legislen enfocados en nuestros verdaderos y urgentes requerimientos hasta alcanzar en un futuro no muy lejano el estándar de país andino-amazónico moderno y progresista.