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miércoles, mayo 1, 2024

La sobonería en la política

¿Y no le cansa que siempre se diga “qué buen presidente hubiera sido Bedoya”? Cómo me voy a incomodar porque me dicen “qué pena que no llegaste, tenías condiciones”. Ahora, depende de quién lo diga. Porque también hay muchos sobones. (Diario La República, entrevista al líder y fundador del PPC Luis Bedoya Reyes).
Siempre me causó repulsa la soboneria, en cualquiera de sus formas, tanto la abierta o la encubierta por que finalmente causa una distorsión de las interrelaciones personales y políticas. Hay muchos motivos por los cuales una persona se convierte en chupamedias de otro que finalmente no es ni más ni menos que uno.
Donde la sobonería llega a niveles de cloaca es en el plano político; aún para los que tenemos dos dedos de frente no resulta difícil explicarnos cómo y por qué los simpatizantes, militantes o trabajadores de una gestión y de un “líder” están dispuestos a inmolarse por algunos políticos envueltos en situaciones absolutamente comprometedoras.
Para cumplir a cabalidad su rol no titubean a la hora de salir al frente en circunstancias adversas interpretando los argumentos del líder y convirtiéndose en feroces críticos de quienes se atreven a formular cuestionamientos. En ese tránsito no dudan en manchar honras evitando elucubrar cualquier razonamiento para dar paso al ataque personal artero.
Hay muchas razones para ser sobón hasta el tuétano, están los ingenuos o desinformados, que vienen a ser esas personas de buena fe que creen en el liderazgo de determinado político. Hay un segundo grupo – el peligroso diría- y está conformado por aquellos que dependen económicamente de las entidades del Estado; la mayoría de sobones, tiene una interesante característica: la mediocridad.
Probablemente algunos respaldan a su líder a como dé lugar ya que los apremios económicos no esperan y como ya se acostumbraron a vivir de las ubres públicas tienen que aguantar y sostener cada barrabasada, imbecilidad de sus líderes.
Enumerar las mentiras más memorables de nuestros políticos sería una tarea de nunca acabar, baste concluir que aún siendo descubiertos no solo mantendrán su posición sino de que orgánicamente sus partidos los sostendrán y los sobones saldrán al frente.
Algunos dirán que tienen familia (como para conmovernos y justificar la sobonería), sin embargo dicha excusa será la confirmación irrefutable de la mediocridad personal de quienes lo manifiestan. Cómo poder entender a aquellos profesionales que por mantener un puesto de trabajo son capaces de perder su decencia sosteniendo una posición que a todas luces es indefendible, irracional e incoherente.
Un profesional maltratado públicamente y que vuelve al cobijo de quien lo echó denota únicamente falta de dignidad, amor propio. De otro lado ya nos podremos imaginar qué tipo de profesional puede ser alguien que es incapaz de poder competir en un sector que no sea al estatal. Por ello es que el sobón que necesita de un puesto de trabajo no respeta a nadie, no duda en enfrentarse con quien sea abiertamente, menos aún le importa lo ridículo de su posición ni las sospechas que pueden pesar sobre cabeza de su líder.
La sobonería tiene un alto costo para el erario nacional, todos sabemos por ejemplo de dónde provienen los fondos para que un periodista chupamedias utilice su medio de comunicación para defender o atacar –según sea el momento- desafortunamente quien le paga dicho trabajito disfrazado de publicidad lo hace con dinero de todos los contribuyentes.
El precio mayor sin embargo ocurre cuando el político deja el cargo y hace una evaluación del comportamiento de todos “los sobones” que tuvo a su alrededor, chequeando quién fue más “leal” –léase chupamedias- por lo que tratará por todos los medios de garantizarle un puesto laboral usando algún subterfugio legal para que pueda adquirir estabilidad laboral lo cual significa engordar más a un obeso aparato estatal.
Una fuente seria me confió que en el Proyecto Especial Alto Mayo existirían, entre todos los regímenes y modalidades laborales habrían más de 300 trabajadores, pero que esa unidad ejecutora del Gobierno Regional de San Martín fácilmente podría desarrollar sus labores con 70 u 80 personas, los “sobones” de las distintas administraciones se han ido quedando de a pocos.
Se podrá tener un trabajo seguro, garantizar el pan en la mesa del hogar pero el precio a pagar es muy caro, nada se compara con poder mirar a tus hijos a la cara, ir con la frente en alto y con el orgullo intacto, sabiendo que no te inmolaste por ningún disparate que es inquilino de un gobierno nacional, regional o local.

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