El zúngaro es un animal piscívoro del género de grandes peces de nuestros ríos que hoy en la zona son muy escasos por la cacería constante e indiscriminada de los pescadores furtivos que usando redes ahorcadoras arrasan con todas las especies piscícolas de diversos tamaños.

Juanjui. Muchas personas de conocidas familias de la ciudad de Juanjuí, han hecho de la pesca con anzuelo en el río Huallaga, una actividad deportiva que les permite lograr los sanos y escasos pescados de nuestro propio río, con los cuales preparar el delicioso chilcano y otros potajes tradicionales a base del animal acuático.

Pero también como una forma de salir del terrible estrés y contrarrestar la rutina obligada del trabajo, dándose especialmente los fines de semana un momento de agradable esparcimiento al tener contacto directo con el agua, el aire puro y la majestuosidad de la naturaleza del paisaje ribereño.

Este es el caso del ciudadano Carlos Valles Ríos, el conocido “Calín”, quien es hijo de una virtuosa familia y que desde hace buen tiempo, ha hecho de la pesca deportiva en varios trechos del río del caudaloso río Huallaga, su mejor pasatiempo, como él dice “es su pasión y vida misma que le trae gratas e inolvidables vivencias”.

El pasado fin de semana, como de costumbre invitó a pescar a otros dos de sus amigos con iguales aficiones. Estando al otro lado del río Huallaga al frente del puerto Conchán de Juanjuí, al promediar las 7 de la noche, con anzuelo y carnada de gusano atrapó un pesado de la especie zúngaro, de aproximadamente 100 kilogramos.

Según precisa el animal piscívoro fue una de las más grandes cogidas luego de muchos años en esta parte de la región Amazónica. “Su pesca fue un momento emocionante, pero también una batalla difícil; tuvimos incluso que lastimarnos las manos y los brazos al jalar el cordel del nylon; el animal mostraba brutal resistencia con permanentes y desesperados coletazos que casi nos va de la mano; pero al final se dio por vencido y pudimos cogerlo apoyados por las estacas de fierro que prendimos en la orilla y donde amarramos el cordel”, señala el popular Calín.
Tras pescar hasta las 11 de la noche en su afán de coger otro similar espécimen decidió emprender el cruce de retorno a Juanjuí con el pesado animal a cuestas para cuyo traslado se valió de sus dos acompañantes.

En un acto de gratitud con la divina providencia, compartió la preciada carne blanca no solo con sus compañeros de aventura y su familia, también con algunas familias indigentes del barrio San Juan donde vive. (Carlo A. Pérez Pérez)