Otra historia, que hasta podríamos decir que ya nos tienen acostumbrados, es conocer que ahora, la constructora de la nueva insfraestructura del colegio Juan Jiménez Pimentel de Tarapoto, pide otra ampliación de plazo para levantar observaciones.
Estas postergaciones de compromisos asumidos por empresas que hacen obras en San Martín, son frecuentes, una fecha tras otra, teniendo en cuenta que ha sido, el año pasado, cuando los estudiantes debieron iniciar sus clases en esta nueva infraestructura.
La preocupación del director de padres y madres de familia es entendible, pues ante tanto cambio de fechas, ya la confianza se ha perdido.
Lo que no explican los funcionarios responsables de la obra, es que si el Estado ha cobrado o aplicó alguna sanción a estas postergaciones, porque ya se hizo costumbre que casi nunca una obra culmine de acuerdo al cronograma establecido.
A esto se une el reclamo de los trabajadores que constantemente denunciaban, desde el inicio de la obra, que la empresa no cumplía con el pago de su salario de acuerdo a las normas existentes, con intervención de la Dirección Regional de Trabajo y no en una, sino en varias ocasiones.
¿Es que debemos acostumbrarnos a esta mala forma de hacer empresa, de hacer obras en San Martín?
Lo importante no solo debe ser recibir una obra, una muy esperada por estudiantes del colegio emblemático en San Martín, lo correcto es que se haga dentro de los plazos programados y con las condiciones adecuadas, con la implementación necesaria para los beneficiarios directos, los estudiantes.