Muchos años después de haber dejado de ser funcionarios, algunos de ellos se dan cuenta que sus vidas profesionales fueron fracasos; o estafas. Y es que, a veces, las relaciones -más que la capacidad e idoneidad— dan las oportunidades para estar en las altas esferas públicas. Por supuesto, también conocemos la competencia de muchos y tuve el privilegio de trabajar con ellos, como también los hay ahora; porque los funcionarios tienen que ser técnicos y políticos al mismo tiempo; y el poder político debe saber que los currículos pueden ser falsas fotografías de los desempeños, porque currículos “brillantes” hacen de fracasados y estafadores profesionales de otras galaxias.
Hay indicadores y hábitos que ya son señales de una gestión pública que será mediocre o para el olvido, que están básicamente referidas a los siguientes aspectos: funcionarios que nunca leen y, si leen, lo hacen sin voluntad para entender ni comprender; no saben escuchar; no se informan con mente abierta; se creen sabiondos y, sobre todo, no entender que ser un alto funcionario público es un privilegio y una oportunidad. Pero aquí ocurre algo realmente grave: nunca le informan al poder político, sea gobernador o alcalde, de las iniciativas y propuestas que les llegan, salvo que los “número uno” hayan establecido la política de que los “resuelvan” sus funcionarios. Pero, más grave aún, es la poca visión de estos pues terminan archivando las propuestas, como está ocurriendo.
Un ex alto funcionario de carrera se jactaba de nunca haber tenido un proceso administrativo, que era su máximo objetivo; otros se complican con minucias y dejan lo importante porque les domina lo urgente. Muchos altos funcionarios llegan y salen de las jefaturas como nuevos emigrados de Coblenza. Las gestiones políticas deben contar con funcionarios guerreros para que sus gestiones trasciendan y no acomodaticios que tienen miedo de “incomodar” al líder y “número uno” y no perder el puesto.
Lamentablemente, el poder político suele obnubilarse con falsas visiones que le pintan aventureros y farsantes; estos que hablan de reconversiones productivas, de sus experticias en políticas públicas y estrategias de desarrollo y de visones de futuro, de sus supuestos “éxitos”, cuando, en el fondo, todo en ellos es falso, superfluo, vacío y siendo plagiarios de primer orden. John Kennedy decía que “la gente inteligente se rodea de gente inteligente”.
Necesitamos que en estos tiempos de incertidumbre y de desconfianza mutuas los poderes políticos lideren procesos de cambio. La lealtad se muestra con la idoneidad y competencia, aportando ideas básicas para esa revolución que estamos esperando, y eso se llama lealtad al poder político y a la sociedad. Yo ya hice mi parte. Y no le estamos sabiendo aprovechar al CGRA, que es el espacio estratégico para hacer la revolución en la región; y volvemos a advertir que no tomarlo en cuenta les traerá serios problemas y…. no vayan a llorar sobre la leche derramada, preguntándose el por qué no tomaron en cuenta las advertencias. (Comunicando Bosque y Cultura).