Un niño bien alimentado en su infancia será un adulto sano.
Una compañía especializada en nutrición infantil reunió a expertos de 21 países para analizar las consecuencias de la alimentación infantil en la edad adulta en el simposio internacional “Planificación nutricional: implicaciones en la alimentación infantil”.
Los expertos de países como Reino Unido, Estados Unidos, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia y Alemania, entre otros, concluyeron que un niño bien alimentado en su infancia será un adulto sano.
Concluyeron los expertos que “un niño bien alimentado es un niño feliz que, gracias a una correcta alimentación, tendrá una vida sana y equilibrada cuando sea adulto”.
LOS PRIMEROS MESES
Los expertos coincidieron en señalar que la etapa más determinante para llevar a cabo una nutrición adecuada es la posterior a la lactancia materna.
En el momento en el que el bebé añade a la lactancia materna la alimentación complementaria, la dieta es más sofisticada y conviene ser especialmente cuidadoso con la alimentación del bebé.
Esta etapa es vital, ya que coincide este momento (6 meses de vida) con la multiplicación neuronal y el desarrollo del sistema nervioso.
Si la alimentación complementaria es adecuada, en el segundo año de vida el niño ya puede sentarse en la mesa con sus padres y la alimentación es menos sofisticada.
LA IMPORTANCIA DE LA PRESIÓN SANGUÍNEA
La hipertensión es la principal causa de mortalidad relacionada con las enfermedades cardiovasculares en el mundo.
Los expertos reunidos en el simposio debatieron sobre las recientes investigaciones que demuestran como los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (LCP), presentes en la leche materna tienen efectos beneficiosos en la presión sanguínea en la edad adulta.
Se demostró que cuanto mayor sea la concentración de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga en la leche materna, más beneficioso puede ser para la presión arterial en la edad adulta.
LA FUNCIÓN INMUNE
En los primeros meses de vida del bebé, el desarrollo del sistema inmunológico es de vital importancia.
En esta edad es decisivo el papel que juega la microflora intestinal en el desarrollo del sistema inmunológico.
La leche materna protege de forma activa y pasiva al lactante, gracias a su riqueza en inmunoglobulinas, lactoferrina, lisozima, citoquinas y otros numerosos factores inmunológicos, como leucocitos maternos, que proporcionan inmunidad activa y promueven el desarrollo de la inmunocompetencia del bebé.
Esos elementos inmunitarios van a proporcionar protección al lactante durante aproximadamente 2 meses, tiempo a partir del cual de forma natural los anticuerpos maternos disminuirán para dar paso a los anticuerpos generados de forma activa por el niño.
La leche materna contiene anticuerpos que pueden combatir las infecciones.
Esos anticuerpos están presentes en altas cantidades en el calostro, la primera leche que secreta el seno después del parto.
Sin embargo, hay anticuerpos en la leche materna que están presentes en la madre todo el tiempo que la madre amamanta a su bebé.
A través de estos anticuerpos, la madre puede pasar algo de protección contra las enfermedades infecciosas que ella haya tenido en el pasado, y las que tiene mientras está dando pecho.
La leche materna puede literalmente dar a los bebés una ventaja para prevenir y combatir infecciones.
SABORES Y PREFERENCIAS
El feto detecta sabores en el vientre materno que pueden condicionar sus preferencias ante la comida
Las últimas investigaciones han demostrado que los fetos pueden detectar los sabores del líquido amniótico y los lactantes detectan los sabores de la leche materna y que estas experiencias pueden “programar” posteriormente sus preferencias ante la comida.
Por ejemplo, el bebé que ingiere sacarosa (azúcar de caña, azúcar doméstica), se acostumbra a los gustos dulces y en el futuro será un adulto goloso.
Además, un exceso de azúcar tiene consecuencias para la salud, ya que favorece la aparición de caries.
Se señaló que los niños que ingieren menos de 20 gramos de sacarosa al día nunca desarrollarán caries.
La obesidad infantil fue uno de los aspectos analizados. Según los expertos, un 20% de los niños con sobrepeso a los 7 años serán obesos en el futuro.
Un niño que come más de lo que debe en el primer año de vida hace que se desarrollen más sus adipocitos (células grasas), lo que implica que en el futuro tenga más posibilidades de ser obeso.
Otro de los temas que se abordaron en el simposio fue la deficiencia de hierro en los primeros años de vida y sus consecuencias negativas en el desarrollo cognitivo.
Se ha demostrado que los niños con deficiencia de hierro (anemia) ven reducidas sus capacidades intelectuales y padecen cambios de conducta.
Además, esta deficiencia conlleva un alto riesgo de contraer infecciones.
AUMENTAN LAS ALERGIAS
La existencia de enfermedades causadas por alergias incluyendo, la dermatitis atópica, el asma y la rino-conjuntivitis alérgica se han incrementado significativamente durante las últimas décadas en el mundo occidental.
Los expertos señalaron que si un niño recibe alimentos cuando todavía el intestino no está maduro (antes de los 6 meses), existirá un mayor riesgo para la aparición de alergias.
La prevención de las enfermedades alérgicas es algo prioritario, las medidas dirigidas a reducir el riesgo de su desarrollo deberán ser simples y viables para los padres.
HÉCTOR PEREDA SERNA – PEDIATRA
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