Cuatro lectores del quiosco de periódicos se quedan absortos, se miran asombrados, encogen los hombros, se inmutan. Voltean de nuevo la mirada al titular: “Los dos candidatos ediles de la capital con mayor preferencia a la fecha, no asisten a los debates; en el departamento, los dos candidatos con mayor preferencia a la fecha carecen de estudios”. “¿No aprendimos la lección hasta ahora?”, comenta un lector con signos de furia. “¿La gente está loca y su familia no sabe o quién está con vacíos cerebrales?”, es la otra opinión. Las cuatro personas se alejan cabizbajas con evidentes signos de incredulidad. Se paran muy juntos en la ancha vereda y hacen sus comentarios:
“En mi pueblo, la gente dice que el candidato que va ganar es el que tiene mucho dinero, no importa si tiene educación o es mujeriego. Aunque robe pero que haga obra”. “La semana pasada hubo un debate en mi pueblo y la gente se reía de los dos punteros que no saben hablar. Uno decía que antes se dedicaba a la cría de cerdos y que sus granjas eran por los alrededores.
Que ahora es empresario y le va bien. No tiene otro argumento. ¡Es bárbaro, increíble! No puede ser real que estas cosas estén ocurriendo en estas épocas de altos avances tecnológicos. El otro candidato solo dice, con medias palabras, porque no puede pronunciar bien las palabras, que también es empresario y que no necesita robar porque tiene mucho dinero. ¡Ese es todo su discurso! Cuando alguien les preguntó sobre sus estudios, simplemente hicieron pasar el tema y concluyeron que para hacer obras no se necesitaban estudios, que para eso están sus gerentes y técnicos, que deben cumplir sus órdenes. Que en algún momento hizo obras públicas, no importa con sus propias empresas en nombre de terceros, no importan esos detalles, lo que el pueblo quiere es mucha obra y nada más”.
“Estos son candidatos que varían a los anteriores. Miremos el parlamento, no son diferentes, para variar son como candidatos calcados. ¿Hasta cuándo bendita sea, las normas electorales van a poner mallas de selección para candidatos a autoridades? Así, los atrevidos tendrán primero que acudir a las aulas a formarse profesionalmente. Aquí hay una maliciosa interpretación de las normas. Que toda persona tiene derecho de participar en la vida política de su comunidad, claro, está bien que participe, ah, pero primero debe cumplir con reunir bases sólidas de formación académica. Alguien sugirió que para gobiernos locales, el nivel mínimo de formación sería el título profesional. Para gobiernos regionales, el nivel mínimo de formación académica sería la maestría. Para el gobierno central, tanto ejecutivo como legislativo, el nivel mínimo de formación académica sería el doctorado. De esa manera también se estaría fomentando a elevar el nivel académico del país. No hay discriminación a nadie, porque todos los habitantes tienen derecho a estudiar. Es que el vertiginoso avance tecnológico mundial no puede dejarnos relegados a la ignorancia. Toda persona tiene derecho al conocimiento y con ese acervo puede desempeñarse sin dificultades en las administraciones locales, regionales y nacionales. Aunque hay voces que manifiestan que se han tenido gobernantes con doctorados en prestigiosas universidades del mundo, pero también se han dedicado a la corrupción, haciendo negocios con los recursos del pueblo. Si pues, además a la borrachera con wiskis de etiquetas, a drogarse, a la pública infidelidad. Claro, si bien el estudio de formación es un rubro importante como condición básica para una autoridad, pero no es todo. Si les preguntaríamos a éstas autoridades que hicieron gruesas corrupciones con borracheras, drogadicciones, robos, a pesar de ser doctores, ¿tienen formación espiritual? Por supuesto la respuesta es un rotundo no. Entonces, como epílogo se indica que además de la formación académica, el candidato debe tener una sólida formación espiritual. El Estado debe fomentar éstas dos formaciones a todos sus habitantes, por la necesidad de humanizar a sus poblaciones”
“Mientras tanto, seguiremos sumidos en éste enjambre de traición y corrupción, con gente que solo piensa y actúa en función a su dios dinero. Para ésta gente, la vida humana se simplificó en torno solo a su dios dinero. Al decir que en éstas elecciones ganará el candidato que tiene dinero, está haciendo entender que toma partido de esa opinión. Se supone que en los debates de candidatos, se hacen los planteamientos de un primer plan de gobierno, al menos de los criterios básicos de un gobierno. ¿Si el candidato no se presenta al debate? Se puede concluir que es falta de respeto a la institución que organiza las elecciones, a la población votante, porque ¿cómo va decidir el elector si no sabe nada de su posible candidato?, ¿por la cara bonita, por el contenido del taper, por el sobre bajo la puerta, porque tiene descendencia extranjera? Entonces, para variar, los candidatos de ahora son iguales a los anteriores. No ha variado nada.