Sin utopias
Ricardo Quevedo Ramírez
COLUMNISTA
Las AFP que empezaron a operar en el país, tenían y tienen como meta de desembolso a la empleocracia peruana, particularmente al magisterio nacional, que amparados en leyes que los mismos gobiernos los viabilizan para seguir haciéndose de las suyas a favor de sus poderosos apetitos económicos.
Desde que el gobierno privatista y dictador del hoy reo Fujimori, que les diera luz verde precisamente a estos magnates del robo civilizado enfrascados con la etiqueta de AFP, desde entonces sucedieron ya tres gobiernos que con el cuento de hacerle menos voluminoso en compromisos económicos al Estado, se les sigue dando la potestad a estos señores de las AFP, para administrar supuestamente el dinero de los trabajadores que desean afiliarse.
Estas AFP, una vez que el trabajador se retire de la actividad laboral, no le otorga ninguna pensión más que una pequeña liquidación que no es otra cosa más que su propio dinero que mensualmente le es robado de una manera sistemática. Numéricamente es el 12.99% de su sueldo que es retenido. Todo este porcentaje sumados en un año, más los millones de afiliados existentes, el resultado es sorprendente de grandes bondades económicas para ellos, mientras que para el afiliado, se queda con una miserable migaja, que mil veces habría tenido mayor sentido quedarse aportando al mismo Estado, para que este a su vez le remita su pensión de por vida una vez llegado a la jubilación.
Dirán que los tiempos son otros, que la globalización nos trajo el libre mercado con esa carga asfixiante de la corriente neoliberal, cuyos primeros rebotes de creación del robo sistemático son las AFP, que muy bien para gran suerte de ellos, miraron en los trabajadores una gran mina de oro, que condicionando a los gobiernos de varios países, hacen de los trabajadores, sobre todo de los estatales, una excelente manera de robarse a través de las planillas.
¿Qué diferencias existen entre el Sistema Privado de Pensiones y el Sistema Nacional de Pensiones? ¿Las ventajas mayormente apuntan a los que administran supuestamente el dinero del trabajador, o la gran ventaja se lleva este último? Si fuera el gran beneficiado este último, no existiera el término de APORTE VOLUNTARIO en las cartillas que periódicamente le llega al afiliado, y cuyo casillero de todo trabajador y por todos los tiempos desde que se crean estos sistemas de robo, siempre permanecen vacíos; solamente están llenos de números la sección que figura como APORTES OBLIGATORIOS que viene ya totalmente recortado en las planillas, convirtiéndose en este caso el mismo Estado en cómplice de robo contra los trabajadores que a muchos les pesa bastante haber salido de la pensión nacional para pasar a un sistema solamente de liquidación.
Además esto de las comisiones de libre voluntad y decisión que debe escoger el trabajador, para elegir ya sea una comisión por remuneración o una comisión mixta, no le crea al trabajador ninguna regla de juego económico a favor, porque seguirá en ambas comisiones la misma cosa: depositando su dinero de una manera obligatoria en un sistema que a la larga no le beneficiará con ninguna pensión de subsistencia cuando deja ya de laborar.
Los anteriores y este Congreso también hace ratos se convirtieron en cómplices con este robo sistemático de las AFP, y que a estas movidas de las comisiones le llaman ellos “gran reforma del Sistema Privado de Pensiones”. Dos términos realmente mal usados: REFORMA y PENSIONES.
Existe reforma cuando algo se pone en camino al rescate y a las reivindicaciones de muchos derechos que fueron olvidados y marginados por muchos años; reforma es cuando algo está en camino a la revolución cuyos efectos de los mismos dignifican a la sociedad y a los trabajadores, convirtiéndose estos en elementos de equidad entre el deber y el derecho, no únicamente en trabajadores esclavos del deber a favor de estos sistemas neoliberales del robo sistemático del dinero.
El término de pensión que emplean es totalmente contraproducente. El SPP no entrega ninguna pensión, simplemente una miserable liquidación, que no es más que el propio dinero del trabajador, que mil veces habría valido la pena de seguir aportando al SNP, que con justa razón este aporte sí se convierte en pensión cuando el trabajador deja de laborar.
¿Qué hacer entonces? Los líderes sindicales tienen aquí una grande tarea, de hacer por ejemplo en el caso del magisterio nacional, bajadas de base para las orientaciones a todos los maestros y emprender al cien por ciento campañas de desafiliación de estas AFP, cuyos directivos se pasan la gran vida de rey a costa del sufrimiento de los trabajadores.
Así como hay una demanda constitucional en camino por parte del CEN del SUTEP, para que esta ley mal unificada de la Carrera Magisterial, sea revisada ante el Tribunal Constitucional, así también debe urgentemente haber una demanda constitucional contra las AFP, y tener el trabajador mejor acceso y menos engorroso para pasarse al SNP, de donde nunca debe haber salido.