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martes, junio 17, 2025
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El paraíso sí existe: se encuentra en Chazuta

a través del cristal
Willian Gallegos Arévalo
columnista

Si existe un territorio en donde mejor podemos deleitarnos de las bondades de la naturaleza, lo encontramos en Chazuta, ese lugar tan cercano a todos nosotros. Sin exagerar, no por haber pasado mi infancia en ese pueblo, puedo decir que no existe otro lugar en el mundo en donde podemos concentrar en el lapso de una jornada una gama e intensidad de emociones por las maravillas que descubrimos.

El sábado pasado he retornado a Chazuta junto con mi familia, acompañado de otros parientes que residen en otros lugares del país y del extranjero y no pudimos evitar sustraernos a la felicidad que nos embarga el paisaje que se presenta majestuoso desde el momento en que salimos de Tarapoto recorriendo la moderna carrtera. Pareciera que cada uno de esos tramos tuviera su propio encanto por el colorido y las diferentes tonalidades del verde del bosque. Y lo que encontramos y vemos a lo largo de la ruta es para que cualquier persona apática despierte en su ánimo cualquier emoción aletargada.

Alguna vez escribí que Chazuta era algo mágico. Y lo he vuelto a comprobar. ¿Y por qué esa magia de Chazuta que lo hace un pueblo y territorio único en el país y en el mundo? Pues, por muchas razones: tiene un río majestuoso que le ha dado su propia característica convirtiéndolo en un pueblo de pescadores. En los famosos malos pasos de Chumía y el Vaquero, accidentes naturales formados en 1935 por un aluvión de dos quebradas que son sus afluentes, se realizaba hasta hace veinte años la pesca más asombrosa y natural del mundo. Si bien es cierto que se sigue pescando, la intensidad de la pesca ha bajado.
La pesca en el río era casi fantástica porque en la estación de la vaciante del río (conocido como el verano) los malos pasos se convertían en el escollo que impedía y dificultaba a los peces surcar aguas arriba produciéndose una concentración fantástica de toda clase de cardúmenes de las especies más inimaginables. En estos malos pasos los chazutinos se abastecían principalmente de pescado que salados y puestos a secar eran las provisiones hasta la próxima estación.

Además, Chazuta es el pueblo que pareciera haber asumido un compromiso con la naturaleza, con su territorio. Se ha conservado mejor la biodiversidad y las estribaciones de la Cordillera Azul, del que forma parte el Cerro Escalera, se distinguen a lo lejos con toda su esplendorosa grandeza, como si el tiempo se hubiera detenido desde el momento en que se formaron. ¿Cómo no emocionarse el ver esos cerros teñidos de azul imaginándonos que dentro de esos bosques el otorongo acecha a una sachavaca y esa selva ubérrima se encuentra tal como lo han descrito nuestros mejores novelistas? ¿Cómo no sublimarse con el encanto del paisaje como si leyéramos una poesía de Luis Alberto Vásquez Vásquez?

La jornada, que fue hermosa, visitando el Chumía, desayunando un timbuchi (chilcano) en el fundo del tío Víctor Hugo Arévalo Tenazoa, navegando por el río, estando cerca a las corrientes y roquedales del Vaquero y cerrando con broche de oro al visitar Urku Runa, un alojamiento sui generis dentro del bosque, en Llucayancu, de propiedad del apu chazutino Aquilino Chujandama, es para decir que el Paraíso realmente existe…Y eso no es todo.

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