Es la manera perfecta de entrar y salir sin pedir permiso, de poder buscar hasta encontrar, de tener el placer de quitar caretas y la misión de sacar a la luz la verdad. Donde quiera, como quiera y con quien quiera, así se vive la pasión periodística.
Para muchos, incluso para ti que estás leyendo este artículo, un periodista suele ser la última rueda del coche, hasta que te hace falta publicar alguna información en un medio de comunicación. El periodismo entonces es una profesión maltratada por la sociedad y por los propios periodistas, quienes desmerecen su trabajo o terminan vendiéndose al mejor postor.
Para George Orwell, “el periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques, todo lo demás son relaciones públicas”, sin embargo, en la actualidad la información en muchas ocasiones se ha convertido en un negocio y por ello la verdad dejó de tener importancia.
Entrevistar a alguien, correr en un desalojo, denunciar un caso de violencia sexual, maltrato infantil, asesinato, exponerse al peligro y salir siempre ileso, ¡es sorprendente! y es que la misión: es informar, no importa cómo. El mundo del periodismo es amplio, complicado y hasta peligroso, porque no se sabe con qué se lidia a diario, si con balas de fuego o de corrupción.
Profesión que por años ha sido exclusiva de hombres y en donde las mujeres no pintaban nada. Hoy por hoy la incorporación de las mujeres al mundo del periodismo ha sido lenta a la vez que abrumadora y es que se ha convertido en la pasión que hace vibrar a las del aún llamado sexo débil.
Hablar de la mujer en su rol de periodista, nos invita a pensar en aquellas de carácter fuerte que se encuentran en las calles reportando hechos de interés público, a aquellas que entrevistan en un set de radio o televisión y ponen en aprietos a más de uno, o quizás a aquellas que se encuentran como corresponsales de guerra y que salen sin chaleco antibalas, sin arma, solo con su micrófono con su única misión de contar una historia.
El simple hecho de ser mujer periodista puede considerarse en ciertas sociedades “contrario a las normas sociales” y ser causa de represalias. Por el hecho de ser mujer, debido a su género, en ocasiones las presiones toman ciertas formas: desde campañas de difamación a violencia de tipo sexual, pasando por amenazas a sus familias.
¿Cuántos suspiros han sido callados de la forma más vil? Nuestra labor periodística quizás desde donde estemos no implique demasiado peligro, pero sentimos dolor cuando a un periodista le arrebatan su cámara, lo levantan encapuchado y es encontrado sin vida. Esta sociedad está enferma de poder y la lucha con los medios seguirá constante, porque mientras existamos, la verdad estará puesta en vitrina y despojará de sus oscuros secretos a más de uno.
El periodismo no es algo para tomarlo a la ligera y es que, según cifras, cada año miles de periodistas pierden la vida en búsqueda de la verdad, muchas veces a manos de organizaciones criminales denunciadas precisamente por los medios de prensa.
En el Perú, un hecho histórico es el asesinato de ocho periodistas en las alturas de Uchuraccay en Ayacucho, cuando iban en busca de la noticia. Un hecho trágico que sucedió el 26 de enero de 1983 teniendo como responsables a Sendero Luminoso.
Más que una profesión, una pasión. Que este 1 de octubre sea un día no solo para felicitar la labor de aquellos que ejercen con ética el periodismo, sino para revalorar el trabajo que se realiza en el país.
Recordemos entonces a Ryszard Kapuscinski, “las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”.
Que el periodismo deje de ser una farsa y se convierta en sinónimo de libertad de expresión, de la voz de la sociedad que busca justicia, igualdad y valores, porque “solo un periodista tiene el privilegio de poder cambiar algo todos los días”.
¡Feliz Día del Periodista!