Por Willian Gallegos Arévalo
Gracias a Donald Trump, Estados Unidos de América se ha puesto de moda. Pero la frase “Estados Unidos de América” no nos dice nada. Es una expresión vacía, casi sin significado. Y me motiva escribir este artículo al recordar un artículo que César Miró, periodista peruano, publicó en el diario El Comercio en 1967, en donde comentaba la opinión del periodista y humorista español Julio Camba quien escribiría que ese país conocido como Estados Unidos de América no tenía nombre. Pedro Francke, en su artículo de la semana pasada, en la revista Hildebrandt en sus trece, escribe que los Estados Unidos “son una sociedad compleja y contradictoria”,….. y no tiene nombre, cito y agrego.
Si, pues. La denominación de ´Estados Unidos de América´ pareciera no querer decir ni expresar nada dentro de su propia ambigüedad. Más explícitos lo son países como Estados Unidos Mexicanos y Estados Unidos del Brasil. Por lo tanto, lo primero que debe hacer Donald Trump es renombrar a su país con un nombre apropiado, antes que estar firmando decretos imperiales que están sometiendo a su propio país sin nombre a una confusión y, al mundo, en la incertidumbre.
El mismo hecho del proceso de formación de los Estados Unidos de América ha generado que en este país se hayan formados especies de cultura y contraculturas brillantes, y otras, consideradas estrambóticas. Porque es un país de muchas culturas. Por lo tanto, sería necio no reconocer que, desde el siglo pasado es el faro del mundo de donde viene la tecnología, la innovación en casi todas las manifestaciones de lo que llamamos creación y cultura. Pero esa grandeza cultural se vincula, sin estar asociada, con los objetivos del gran complejo industrial militar, como lo advirtió el mismo Dwight Eisenhower, ex presidente de los Estados Unidos, que no era caviar, precisamente. No deja de ser el país de la libertad donde la creación es libre…hasta ciertos límites.
Crecí con el paradigma de los Estados Unidos como un gran país. Y lo es realmente. Sus creaciones en la literatura, el cine, la innovación tecnológica, etc. son formidables. ¿Cómo no amar y emocionarse con la poesía de Walt Whitman, las novelas de John Steinbeck y Tennessee Williams, los temas musicales de Joan Baez y Scott McKenzie, los arreglos musicales de Ray Conniff, las películas “Matar un ruiseñor”, “A la hora señalada”, “Siempre te querré”, ¿y miles de hechos más? Por estas cosas y muchas más, este gran país sin nombre se convirtió en la tierra prometida.
La llegada de Trump al poder representa, en mi opinión, lo más antinorteamericano de la era moderna. Su nuevo paradigma, que sería cumplir con su nuevo “destino manifiesto”, pone en zozobra a todos. Luego, debemos defender a ese país curiosamente llamado Estados Unidos de América, de su enemigo más peligroso, y de los que se encuentran en los países subdesarrollados, que son los más intolerantes, irracionales y peligrosos. Estados Unidos de América es grande dentro de su propia debilidad, aunque parezca un oxímoron. (Comunicando Bosque y Cultura).