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El tema de los funcionarios es recurrente en la novelística rusa del siglo XIX, como podemos ver en Nicolás Gogol y, preferentemente, en Anton Chejov. Pero los burócratas existen desde los inicios de la burocracia. Y en ella se dan situaciones anecdóticas singulares que para la mayoría de la gente pasan inadvertidas y que le dan el tono de humor a ese escenario llamado ´la administración pública´.

El caso que voy a referir en esta crónica ocurrió en la ciudad de Picota en la época en que era alcalde don Rafael Saavedra Saavedra, cuando se hace el tránsito de distrito a Provincia, en el segundo gobierno de Fernando Belaunde Terry, en el año de 1984. Fue en ese año en que ocurrió una gran huelga cuyas consecuencias políticas serían la creación de la provincia, desligándola de la de San Martín, la instalación en diciembre de 1985 de la Agencia del Banco Agrario del Perú, que fue promovida por el suscrito, modestia aparte.

Cuando ocurrió la huelga eran gerente regional del Banco el Ing. Jaime Jordán Massa, y administrador de la Sucursal de Tarapoto, el Ing. Aquiles Menacho Enciso, ya fallecido. Los huelguistas exigían la presentación de un alto funcionario de la entonces Corporación de Desarrollo de San Martín (CORDESAM) y se delegó su representación al Ing. Julio Hernán Soto Pacheco, de la Gerencia de Infraestructura, quien debería sustentar las acciones que tenían previsto ejecutar en la zona.

Los huelguistas, cuyo líder era el alcalde, esperaban ansiosamente la presentación del alto funcionario regional. Cuando el ingeniero Soto subió al tabladillo, como resultado de su nerviosismo comenzó su exposición como los manuales de oratoria no aconsejan, pues lo primero que dijo fue: “Señores y señoras, posiblemente ustedes no me conocen…”. Fue, entonces, que una avispada dama de Caspisapa, que se encontraba en primera fila, con su voz potente dijo: “¡Dices la verdad, joven; aquí ninguno de nosotros te conocemos!”. Obviamente, se produjo una hilaridad general en los manifestantes y que puso más nervioso al funcionario, pero que, sin embargo, se repuso rápidamente pudiendo salir airoso del momento.

Para informarme sobre el funcionario he recurrido a fuentes orales de personas que lo conocieron, como son don Hernán Vergara Silva y Joel Padilla Meléndez, funcionarios de la Dirección Regional de Transportes y Comunicaciones de San Martín, descubriendo que el ingeniero Soto era un competente y prestigioso profesional especializado en puentes y graduado en la Universidad Nacional San Luis Gonzaga, de Ica, y que gran parte de su trabajo profesional lo cumplió en nuestra región, habiéndose iniciado en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, en Lima, para posteriormente ser destacado al Proyecto Tarapoto-Río Nieva, que era ejecutado en convenio con los militares.

Junto con otros trabajadores del sector, el ingeniero Soto logra la creación de la XII Región de Transportes y Comunicaciones de San Martín, con sede en Moyobamba, asumiendo la dirección el ingeniero Juan Morales Céspedes y que lo integrarían Joel Padilla Meléndez, Helí Martell Chávez y Esaú García, entre otros. Su continua permanencia en la Región, hizo que se encariñara con esta tierra casándose con Irma Haya Mori, una agraciada y bellísima dama riojana, constituyendo una familia honorable y de respeto. Lamentablemente, el ingeniero Soto falleció tempranamente, víctima de una enfermedad incurable y sus restos descansan en Rioja.

No puedo terminar esta crónica sin expresar mi agradecimiento a la Eco. María Luisa Cuellar Rubio, quien sacrificó su tiempo para coordinar los contactos que me llevarían a las fuentes del caso, así como a Antonio Bravo García, funcionarios del Gobierno Regional de San Martín, sede Bajo Mayo, y Dirección Regional de Transportes, respectivamente.